Esopo  

EL LOBO HERIDO Y LA OVEJA

Un lobo que había sido mordido por unos perros, yacía en el suelo todo malherido. Viendo la imposibilidad de procurarse comida en esa situación, pidió a una oveja que pasaba por allí que le llevara un poco de agua del cercano río.
- Si me traes agua para beber - le dijo -, yo mismo me encargaré de mi comida.
- Si te llevo agua para beber - respondió la oveja -, yo misma asistiré a tu cena.

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LA PALOMA SEDIENTA

Una paloma, incómoda por la molesta sed, vio una charca de agua pintada sobre un rótulo. Pero sin darse cuenta de que sólo era un dibujo, voló hacia ella a toda velocidad e inevitablemente chocó contra el rótulo, hiriéndose lastimosamente.
Habiéndose quebrado las alas por el golpe, cayó a tierra donde fue capturada por uno de los transeúntes.

Moraleja: No dejes que el fervor, entusiasmo o necesidad nublen tu discreción.

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LA VÍBORA Y LA LIMA

A un taller de un herrero entró una víbora, pidiéndole caridad a las herramientas. Después de recibir algo de todas, faltando sólo la lima, se le acercó y le suplicó que le diera alguna cosa.
- ¡Bien engañada estás - repuso la lima - si crees que te daré algo. Yo que tengo la costumbre, no de dar, ¡sino de tomar algo de todos!

Moraleja: Nunca debes esperar obtener algo de quien sólo ha vivido de quitarle a los demás.

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EL CUERVO Y HERMES

Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba; pero una vez liberado de la trampa olvidó su promesa. Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio. Mas el dios le dijo:
- Si por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera promesa, no
tendremos oportunidad de que nos crean una segunda.

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EL MERCADER DE SAL Y EL ASNO

Llevó un mercader a su asno a la costa para comprar sal.
En el camino de regreso a su pueblo pasaban por un río, en el cual, en un hueco, el asno resbaló mojando su carga. Cuando se levantó sintió aliviado su peso considerablemente, pues bastante de la sal se había diluido.
Retornó el mercader de nuevo a la costa y cargó más sal que la vez anterior.
Cuando llegaron otra vez al río y el asno se tiró de propósito en el mismo hoyo en que había caído antes, y levantándose de nuevo con mucho menos peso, se enorgullecía triunfantemente de haber obtenido lo que buscó.
Notó el comerciante el truco del asno, y por tercera vez regreso a la costa, donde esta vez compró una carga de esponjas en vez de sal.
Y el asno, tratando de jugar de nuevo a lo mismo, se tiro en el hueco del río, pero esta vez las esponjas se llenaron de agua y aumentaron terriblemente su peso.
Y así el truco le rebotó al asno, teniendo que cargar ahora en su espalda más del doble de peso.

Moraleja: Tratar de evitar el deber haciendo trucos, sólo nos dañara a nosotros mismos.

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EL LOBO Y EL ASNO

Un lobo fue elegido rey entre sus congéneres y decretó una ley ordenando que lo que cada uno capturase en la caza, lo pusiera en común y lo repartiese por partes iguales entre todos; de esta manera ya no tendrían los lobos que devorarse unos a otros en épocas de hambre.
Pero en eso lo escuchó un asno que estaba por ahí cerca, y moviendo sus orejas le dijo:
- Magnífica idea ha brotado de tu corazón, pero ¿Por qué has escondido todo tu botín en tu cueva? Llévalo a tu comunidad y repártelo también, como lo has decretado.
El lobo, descubierto y confundido, derogó su ley.

Moraleja: Si impones normas, sé el primero en cumplirlas.

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LA ZORRA Y LA LIEBRE

Dijo un día una liebre a una zorra:
- ¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la "ganadora"?
- Si quieres saberlo - contestó la zorra -, te invito a cenar conmigo.
Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a casa de doña zorra vio que no había más cena que la misma liebre. Entonces dijo la liebre:
- ¡Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene tu nombre: no es de tus trabajos, sino de tus engaños!

Moraleja: Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.

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EL SEMIDIOS

Un hombre tenía en su casa un semidiós, al que ofrecía ricos sacrificios. Como no cesaba de gastar en estos sacrificios sumas considerables, el semidiós se le apareció por la noche y le dijo:
- Amigo mío, deja ya de dilapidar tu riqueza, porque si te gastas todo y luego te ves pobre, me echarás a mí la culpa.

Moraleja: Si gastas tus riquezas en cosas innecesarias, no le eches luego la culpa de tus problemas a nadie más.

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EL CABALLO Y EL SOLDADO

Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros.
Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado en trabajos serviles y para transportar pesados bultos, siendo alimentado únicamente con paja.
Al anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo exhausto se caía a cada momento. Por fin dijo a su amo:
- Vete mejor entre los infantes, puesto que de caballo que era me has convertido en asno. ¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?

Moraleja: En los tiempos de bienestar, es cuando debemos prepararnos para las épocas críticas.

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EL LOBO, LA NANA Y EL NIÑO

Se hallaba hambriento un lobo, y vagaba en busca de su comida. Llegó a una choza y oyó a un niño que lloraba y a su nana que le decía:
- No llores, mi niño, porque te llevo donde el lobo.
Creyendo el lobo aquellas palabras, se quedo esperando por mucho tiempo. Y llegada la noche, la nana, cuando arrullaba al niño le cantaba:
- Si viene el lobo, lo mataremos.
Al oír el lobo las nuevas palabras, siguió su camino meditando:
- En esta casa dicen primero una cosa, y después quieren hacer otra muy diferente.

Moraleja: Más importante que las palabras, son los actos de amor verdadero.

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Desde el 11 hasta el 20 de un total de 294 obras de Esopo

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