10 Poemas de Roger Wolfe
PARPADEO
Pedro Salinas
dice en un poema
que no quiere dejar de sentir
el dolor de la ausencia
de la mujer a la que ama
porque eso es lo único
que le queda de ella:
el dolor.
No recuerdo sus palabras exactas.
Él lo dice mejor que yo.
Eran otros tiempos.
Salinas está muerto.
La mujer a la que amaba también.
Pronto lo estaremos todos.
La vida es un mero parpadeo.
Abre los ojos
y ciérralos
SOLO
Es como siempre
habías querido
estar
y no podías
hasta que
de repente
lo estás
y entonces
ya no quieres
estar solo
pero claro
quién no quiere
lo que no tiene.
EL VASO
Siéntate
a la mesa.
Bebe un vaso
de agua. Saborea
cada trago.
Y piensa
en todo el tiempo
que has perdido.
El que estás perdiendo.
El tiempo
que te queda por perder.
UN DÍA ESTÁS, AL OTRO NO
El humo cuelga en la estancia
como un chiste malo.
Lou Reed habla
de familias rotas
desde los altavoces:
«La verdad es que sólo están contentos
cuando sienten dolor.
Por eso se casaron...»
¿Y yo? Yo no digo nada.
Apago el cigarro.
Otro día va a morir.
TANTO MONTA
Te dirán
que vales
lo que eres
y no lo que tienes.
Y tendrán
razón:
sin dinero
es cuando vales
exactamente
lo que eres:
nada.
ES TARDE YA EN LA NOCHE
Es tarde ya en la noche
y la playa está desierta.
Rompe el mar
sobre las rocas.
Un aire cálido,
espeso de salitre
y de recuerdos,
me baña la cabeza.
Cierro los ojos.
Inhalo.
Me dejo llevar.
Y luego pienso,
como casi siempre
que me pasan estas cosas,
en Proust.
Pero no he leído
a Proust.
Qué importa.
La vida es bella.
Quién necesita
a Proust.
SABIDURÍA
Una mujer
que pasa en bicicleta
a las dos de la mañana,
hermosas piernas morenas
bombeando los pedales
mientras la brisa le alza el vestido
y revela
un perfecto milagro
de carne femenina en movimiento.
Nuestros ojos
se cruzan un momento
y ya se ha ido.
Son cosas como ésa
las que te hacen darte cuenta
de lo poco que realmente sabes
de nada.
EL PESO
Es esta condenada
impotencia.
Esta ausencia
hasta de rabia.
Este peso.
Sí, este peso:
como un frasco
de aspirinas
en un estómago
vacío.
ESTA INFINITA Y PATÉTICA BELLEZA
El comienzo del verano y la noche
yace como un cuerpo herido
que la aurora no consigue desvelar.
Recorro la ciudad
taconeando
en las aceras agrietadas
con mis viejas botas
de Valverde,
tan cansadas como yo
del incesante embate
de cascos rotos y batallas.
Un contenedor
arde solitario en una esquina
ante los ojos embotados
de un borracho
que ya no sabe que lo está.
No hay policía.
Y es extraño.
Dos mecánicos amantes
se palpan las partes
con gestos agotados
que ni siquiera el último
tiro de nieve emponzoñada
es capaz de revivir.
Parpadean los semáforos
tintineando en huérfana advertencia.
Y no hay sencillamente estrellas
que me valgan.
LLEGA, TOCA, LÁRGATE
Es inútil, le dije.
Escribir.
Escribir es inútil.
Ya, me contestó.
Ya lo estaba yo pensando
el otro día.
¿Y a qué conclusión llegaste?
Pues eso. Lo que dices
tú. Que carece por completo
de sentido.
Sólo que...; bueno,
también poner ladrillos
es inútil.
Sirve para construir casas...,
y paredes. Paredones, también.
Quizá se trate de eso.
¿De qué?
Un oficio, joder, un
oficio. Ni más ni menos
que un oficio.
¿Como decía Pavese?
No, como Pavese no. Como ese músico
de jazz. ¿Te acuerdas?
Freddie Green.
Llega, toca, lárgate.
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