10 Poemas de Jorge Isaacs
HIMNO DE GUERRA COLOMBIANO
Ya de Apure hasta el Plata retumba
De la lid pavorosa el fragor:
De Miranda, Cabal y Bolívar
¡Ved izado de nuevo el pendón!
Coro
Allá en la humareda
Lo alumbra el cañón;
¡Allí por la Patria
Morir vencedor!
¡Libertad! ¡Libertad! En el campo
Antes muertos que esclavos, caer:
¡A la carga postrera, valientes!
¡Colombianos invictos, Venced!
Coro
¡O libres o muertos!
La lid de Dios es:
¡Maldad, son esbirros
Feroces de un rey!
¡Gloria! ¡Oh gloria! De América libre
La frente radiosa de olivos orlad;
Y perdón generoso al vendido:
¡Es dos veces vencer, perdonar!
Coro
¡Victoria! ¡Victoria!
Tu genio inmortal,
Bolívar amado,
¡Nos dio libertad!
AMOR ETERNO
Puso el Creador en tus esquivos ojos
Cuanto bello soñó mi loca mente;
Para saciar la sed de mi alma ardiente
Diole a un ángel mortal tus labios rojos.
El anhelante seno... los sonrojos
Que el mármol tiñen de tu casta frente,
El blando arrullo de tu voz doliente
Si miras en mi faz sombras o enojos ...
¡Amor! Amor ideal de mis delirios,
Eterno amor que el alma presentía,
Galardón de cruelísimos martirios,
Puso en tu virgen corazón el Cielo
Para hacerte en la tierra sólo mía,
En mi existencia luz, gloria y consuelo.
RESURRECCIÓN
"Muere el hombre y no torna a levantarse...
¡Y nunca volverá!
Resucitan las fuentes y la planta;
Mas el que dijo a Lazaro: ¡levanta!
No ha vuelto en los sepulcros a llamar!"
I
"Muere el hombre y no torna a levantarse"
Tu labio blasfemó:
De muertos inmortales es tu ciencia,
Sus virtudes son luz en tu conciencia,
Tu gloria, de otras glorias resplandor.
II
¿Muere el hombre y no torna a levantarse?
¿Morirse no es dormir
De madre tierna en el fecundo seno?
¿Es lodo el hombre y su sepulcro cieno,
Y el lodo siente y ama y duda en ti?
III
Muere el hombre y no torna a levantarse...
Y oyes a tu querer
El batallar, las liras y el gemido
De tantos, ¡ay, que mártires han sido
Por verdad, por amor y por su fe!
IV
¡Muere el hombre y no torna a levantarse!
Sócrates y Jesús
¿No existen, no te enseñan, polvo fueron
Que a su paso los siglos esparcieron?
¿Duelce el tósigo fue, baldón la cruz?
V
¿Muere el hombre y no torna a levantarse?
¡Desaliento y horror!
Hálito, aroma o soplo de la nada
Fue de Eloísa el alma enamorada...
¡Y era cieno también su corazón!
VI
Muere el hombre y no torna a levantarse...
¡En vano es ya morir!
¡Y mis últimos besos palpitaban
En esos labios que al besar juraban
En un mundo mejor amarme así!
VII
Muere el hombre y no torna a levantarse:
Padezco... ¿y vivo aún?
Humano miedo fue, Jehová, tu ira;
¡Tu amor y mi esperanza eran mentira!
Me circundan tinieblas... ¡y son luz!
VIII
"Muere el hombre y no torna a levantarse..."
¡No revive jamás!
Bardo, recoge tu corona santa,
Y por quien dijo a Lázaro, ¡levanta!
La gloria en tu sepulcro llamará.
EL PRIMER SONETO
Una vez... ¡ah!, figúrome que ahora
Respiro aún su delicioso aliento
Y enardecido por sus labios siento
El corazón que la suspira y llora...
"Hazme versos así," dijo leonora,
(¡Catorce eran de Lope, y un portento!)
"Y lo que pides te daré al momento,
Con la vida y el alma que te adora"
Después... Más nunca demandó cantares,
Porque tan cerca palpitar se oían
¡Mi corazón y el suyo!... Y luminares
Del alama aquellos ojos que ventían
Bajo mis besos luz y lloro ardiente,
¡Fuego inmortal dejaron en mi mente!
¿SOÑÉ?
He soñado feliz que a tu morada
llevóme en alta noche amor vehemente,
creí aspirar el delicioso ambiente
de moribunda lámpara velada.
Sobre muelles cojines reclinada
dormir fingías voluptuosamente,
la cabellera de ébano luciente
sobre el níveo ropaje destrenzada.
Trémulo de emoción tus labios rojos
oprimí con mis labios abrasados...
Pudorosa y amante sonreíste.
¡No bajes, por piedad, los dulces ojos;
brillen por el placer iluminados,
haciendo alegre mi existencia triste!
EN OSCURO CALABOZO
En oscuro calabozo
Cuya reja al sol ocultan
Negros y altos murallones
Que las prisiones circundan;
En que sólo las cadenas
Que arrastro, el silencio turban
De esta soledad eterna
Donde ni el viento se escucha...
Muero sin ver tus montañas
¡Oh patria!, donde mi cuna
Se meció bajo los bosques
Que no cubrirán mi tumba.
PROBLEMA
Por si al cabo lo cierto no barruntas
Y dudando hasta el fin, no das en bola,
Hacerle quiero a tu problema gola,
Dándoles solución a tus preguntas.
Ya miro ciertas frentes cejijuntas,
Porque los sabios de capuz y estola,
Temen que el sonetillo tenga cola,
Rubicundo color, puntos... y puntas.
Que este bregar no es vida, ¿quién lo niega?
Siempre de mingo la virtud, y ufana
La iniquidad que triunfa en la refriega.
¿Y al morir? ¡Pues mejor! Si no se gana,
Y San Pedro a coristas nos agrega,
Salimos de esta noches toledana.
TUS OJOS
Son mi ley vuestros antojos
E Infierno vuestros rigores,
Ojos negros soñadores
Más queridos que mis ojos.
Ojos que me prometéis
Cuando me miráis vencido
Lo que jamás es cumplido,
¿Perder mi amor no teméis?
Soñé que os encontraría
Y os hallé para perderos,
Ojos que negáis severos
Lo que implora el alma mía.
Bajo sus luengas pestañas
Vuestra luz sorprendí en vano,
¡Bellas noches de verano
De mis nativas montañas!
Ojos que me prometéis
Cuando me miráis vencido
Lo que jamás es cumplido,
¿Perder mi amor no teméis?
LAS GAVIOTAS
Alados copos de nívea espuma,
Tras de la bruma
¿De dó venís?
¿ Visteis los montes y selvas gayas,
El limpio cielo, las verdes playas
De su país?
Allá esos labios... por mí suspiran:
Ojos que miran
La mar azul,
Cansados buscan la blanca vela
Que de estas costas lejanas vuela
Rumbo hacia el Sur.
Sol macilento... ya moribundo:
Mar iracundo
Bajo mis pies:
Así te extingues, lumbre del alma...
Piélago hirviente que Dios no calma,
Mi pecho es!
Como esas nubes, etéreas naves;
Como esas aves
Que el aquilón
Junta vagando sobre las olas,
¡Ah!, nuestras almas, tristes y solas,
El Hado unió.
Huerto frondoso... Dulces ensueños,
Campos risueños
Del Cachapoal!
¡Ángel esclavo!... ¡Reina vendida!
Gloria y consuelo, luz de mi vida,
¿En dónde estás?
¿Qué fuerza pudo de entre mis brazos,
Hecho pedazos
El corazón,
Así arrancarte? Sus embelesos,
¿Quién a mis ojos, quién a mis besos,
¡Ay!, les robó?
Aves marinas, libres viajeras,
Que de riberas
Del Sur venís,
Como vosotras, la mar rugiente,
De aquellos labios mi alma pendiente,
¡Crucé feliz!...
En las tormentas, a estos peñones
Los aquilones
Os volverán:
Hacia mi tumba tended el vuelo:
Que el sollos mares dore y el cielo
Allí esperad.
Sol macilento... ya moribundo:
Mar iracundo
Bajo mis pies:
Así te extingues, lumbre del alma...
¡Piélago hirviente que Dios no calma,
Mi pecho esa!
POR TI SUSPIRO
Cuando en la nube de aromas
Que te circunda, respira
El alma a tus pies de hinojos,
Reina y cautiva,
Tus bellos ojos
Húmedos miro,
Porque te llegan
Ecos perdidos
De los sollozos
Del pecho mío;
Por ti solloza,
¡Por ti suspiro!
Si tus canciones escucho
En delicioso embeleso,
De mis montañas natales,
Oigo los vientos;
De sus turpiales
Alegres trinos
En las auroras
Del blondo estío.
¡Ay! ¡Canta! ¡Canta!
Para mi alivio,
Que sólo entonces
Por ti suspiro.
Cuando gozosa o doliente
Tu pudibunda mirada,
Toda mía... los anhelos
Oyes de mi alma,
Quejas y celos,
Castos desvíos,
Glorias y dichas,
Dulces delirios
Hay en tus ojos...
¡Dímelo, dilo!
¿Por qué suspiras Cuando suspiro?
Triste, anheloso y errante
Recorro lejanos climas,
Y en ti pienso si la aurora
Luce del día;
En ti si dora
Los montes níveos
O moribundo,
Lagos tranquilos
En los desiertos
De mi camino;
Y en ti pensando,
¡Por ti suspiro!
En la corona de Bardo
Que así en mis sienes admiras,
Bajo las flores fragantes
Punzan espinas:
De oro y diamantes
Otras no envidio
Que en sangre bañan
Reyes altivos:
Tú eres la gloria
Y el bien que ansío
Y por ti siempre
Velo y suspiro.
Crueles dolores agotan
Lo que de vida me queda,
Y acaso tumba me niegue
La patria tierra...
Quizá no llegue
Allí a mi oído
Tu voz amada...
Mas cuando en fríos
Y hoscos inviernos
También marchitos
Estos follajes...
Aquí, bien mío,
Oirás de mi alma
Tristes suspiros.
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