Maya Angelou
TOCADOS POR UN ÁNGEL
Nosotros, desacostumbrados al valor
exiliados del placer
enroscados en la caparazón de la soledad
hasta que el amor baja de su templo sagrado
y se presenta ante nuestros ojos
para liberarnos a la vida.
Llega el amor
y en su tren vienen éxtasis
viejos recuerdos de gozo
antiguas historias de dolor.
Y si somos audaces,
el amor arranca de nuestras almas
las cadenas del miedo.
Al calor de la luz del amor
abandonamos nuestra timidez
nos atrevemos a ser valientes
Y de pronto vemos que el amor
nos cuesta todo lo que somos
y todo lo que podemos ser.
Y sin embargo es el amor
lo único que nos libera.
RECUERDO
El peso lento
de tus manos, alborotando las abejas
que anidaron en mi pelo, tu sonrisa en la
pendiente de mi mejilla. Te apretás
sobre mí esta vez,
encendido, derramando
urgencia, y el misterio fuerza
mi razón
Cuando te retirás,
junto con la magia, cuando
nada más el olor de tu
amor me queda entre
los pechos, entonces, solo
entonces, puedo devorar con gula
tu presencia.
POR TELEVISIÓN
Las noticias por televisión transforman
un día a medio usar en
un despilfarro de desolación.
Si nada extraordinario precede
a los anuncios catastróficos,
seguro no les sigue nada, salvo
las caras de ojos tristes de
los chicos huesudos,
barrigas distendidas
que se burlan de la desnutrición.
¿Por qué siempre son
negros?
¿A quién esperan?
Las costillas de cordero
dan asco y no se pueden
comer. Hasta el
arrollado de arvejas está intacto
en mi plato. Su inocencia
combinada con la esperanza
indefensa de esas caras.
¿Por qué esperan
los chicos negros?
¿Quién va a llevarles
arvejas y costillas de cordero,
y una mañana más?
LOS HOMBRES
Cuando era joven, tenía la costumbre de mirar
detrás de las cortinas
a los hombres que iban y venían por la calle. Hombres viejos, borrachos.
Hombres jóvenes, más ácidos que la mostaza.
Los veía. Los hombres siempre
están yendo a alguna parte.
Ellos sabían que yo estaba ahí. Con quince
años, y famélica.
Se paraban debajo de mi ventana
con los hombros en alto, como los
pechos de una adolescente,
y la cola del traje palmeándoles
las nalgas,
los hombres.
Un día te toman con delicadeza
entre sus manos, como si
fueras el último huevo crudo de la tierra. Después
aprietan. Un poquito nomás. El
primer estrujón es agradable. Un abrazo rápido.
Suaves hasta tu indefensión. Un poquito
más. Y empieza a doler. Te arrancan una
sonrisa que patina en el miedo. Cuando
se acaba el aire,
el cerebro te explota, estalla breve y feroz
como la cabeza de un fósforo. Hecho trizas.
Es tu jugo
el que baja por sus piernas. Manchándoles los zapatos.
Mientras la tierra vuelve a enderezarse
y el gusto trata de retornar a la lengua,
tu cuerpo ya se cerró. Para siempre.
No existen llaves.
Después la ventana se cierra toda sobre
tu mente. Ahí, detrás
del oscilar de las cortinas, caminan los hombres.
Sabiendo algo.
Yendo a alguna parte.
Pero esta vez, nada más voy a
pararme y mirar.
A lo mejor.
DESPERTAR EN NUEVA YORK
Las cortinas imponen su voluntad
contra el viento,
los chicos duermen,
intercambiando sueños
con los serafines. La ciudad
se arrastra despierta por
los pasamanos del subte; y
yo, una alarma, despierta como
un rumor de guerra,
me estiro hasta el amanecer,
sin solicitar y desoída.
PÁJARO ENJAULADO
El pájaro libre salta
al lomo del viento
y flota viento abajo
hasta que cesa la corriente;
moja sus alas
en el naranja de los rayos de sol
y osa reclamar el cielo.
Pero un pájaro que acecha
en su jaula angosta
apenas puede ver tras
las rejas de rabia
sus alas están contraídas y
sus pies atados luego,
abre la garganta para cantar.
El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
mas ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad.
El pájaro libre imagina otra brisa
y tenues vientos alisios
entre árboles anhelantes
y los gruesos gusanos que aguardan
en el pasto iluminado de alba
y designa al cielo como suyo.
Pero un pájaro enjaulado permanece
inmóvil sobre la tumba de los sueños
grita su sombra en el clamor de una pesadilla
sus alas están contraídas y sus pies atados luego,
abre la garganta para cantar.
El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
mas ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad.
UNA PRESUNCIÓN
Dame tu mano
Haceme lugar
para que te lleve
y te siga
más allá de este furor de la poesía.
Dejá para los otros
la intimidad
de tocar las palabras
y el amor por la pérdida
del amor.
A mí
dame tu mano.
LAS NECESIDADES DE UNA SOCIEDAD DETERMINAN...
Las necesidades de una sociedad determinan su ética.
INSOMNE
Hay algunas noches cuando
el sueño juega tímido,
distante y desdeñoso.
Y todos los engaños que empleo para ganar
sus servicios a mi lado
son inútiles como orgullo herido
y mucho más dolorosos.
EL TIEMPO QUE PASA
Tu piel como el amanecer
la mía como el musgo
Una describe el principio
de un final innegable.
La otra, el final de un
principio seguro.
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