15 Cuentos de Anónimo
EL ÁNGEL DE LOS NIÑOS
Cuenta una leyenda que a un angelito que estaba en el cielo, le tocó su turno de nacer como niño y le dijo un día a Dios:
- Me dicen que me vas a enviar mañana a la tierra. ¿Pero, cómo vivir? tan pequeño e indefenso como soy. - Entre muchos ángeles escogí uno para tí, que te está esperando y que te cuidará.
- Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír, eso basta para ser feliz. - Tu ángel te cantará, te sonreirá todos los días y tú sentirás su amor y serás feliz.
- ¿Y cómo entender lo que la gente me habla, si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres? - Tu ángel te dirá las palabras más dulces y más tiernas que puedas escuchar y con mucha paciencia y con cariño te enseñará a hablar.
-¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo? - Tu ángel te juntará las manitas te enseñará a orar y podrás hablarme.
- He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá? - Tu ángel te defenderá más aún a costa de su propia vida.
- Pero estaré siempre triste porque no te veré más Señor. - Tu ángel te hablará siempre de mí y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese instante, una gran paz reinaba en el cielo pero ya se oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando...
-¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre!. ¿Cómo se llama mi ángel?
- Su nombre no importa, tu le dirás: Mamá.
VIVIR PARA SIEMPRE
Una dama comía y bebía alegremente y tenía cuanto puede anhelar el corazón, y deseó vivir para siempre. En los primeros cien años todo fue bien, pero después empezó a encogerse y a arrugarse, hasta que no pudo andar, ni estar de pie, ni comer, ni beber. Pero tampoco podía morir. Al principio la alimentaban como si fuera una niñita, pero llegó a ser tan diminuta que la metieron en una botella de vidrio y la colgaron en una iglesia. Todavía está allí, en la iglesia de Santa María. Es del tamaño de una rata y una vez al año se mueve.
LOS DOS SASTRES
Dos sastres trabajaban el uno frente al otro desde hacía muchos años. Cortaban y cosían incansablemente, hablando de vez en cuando de distintas cosas.
Uno de dijo al otro:
-¿Irás de vacaciones este año?
-No -contestó el segundo tras un momento de reflexión.
Regresaron a su silencio. Más tarde, el segundo sastre dijo de repente:
-Fui de vacaciones hace veinte años.
-¿Fuiste de vacaciones hace veinte años? -preguntó el primero, muy sorprendido.
-Sí.
Entonces el primer sastre, que no recordaba ninguna ausencia de su compañero, le dijo:
-¿Y adónde fuiste?
-A la India.
-¿A la India?
-Sí. Fui a cazar el tigre de Bengala.
-¿Fuiste a cazar el tigre de Bengala? ¿Tú?
Los dos hombres habían dejado de trabajar y se miraban. El segundo sastre, que parecía muy tranquilo, retomó la palabra para contar lo siguiente:
-Partí al alba sobre un magnífico elefante que un gran príncipe me había prestado. Armado con cuatro fusiles de culatas de plata y acompañado por una escolta de ojeadores, me aventuré en una montaña solitaria. De repente un tigre enorme se levantó rugiendo frente a mi montura, el tigre más grande que nunca se había visto en aquella región de Bengala. Mi elefante, asustado, se tiró para atrás, me caí en unos matorrales espinosos y el tigre se me echó encima y me devoró.
-¿Te devoró? -preguntó el primer sastre, que había estado escuchando estupefacto.
-Me devoró... por completo, hasta el último pedazo de carne.
-Pero bueno, ¿qué me cuentas? ¡Ningún tigre te devoró! ¡Sigues vivo!
Entonces el segundo sastre retomó el hilo, retomó la aguja y le dijo al primero:
-¿A esto le llamas vida?
COMPROMISO Y COLABORACIÓN
Una gallina y un cerdo decidieron asociarse para hacer algo juntos, y crearon un buen desayuno al estilo americano compuesto por unos huevos con bacon.
La gallina colaboró poniendo un par de huevos mientras el cerdo se comprometió con el proyecto y para aportar el bacon tuvo que dejarse la piel y morir.
Moraleja: No es lo mismo colaborar que comprometerse.
LA LEYENDA DE LOS VOLCANES
La leyenda de los volcanes asocia a dos personajes de la mitología mexica con la aparición de los volcanes Popocatépetl (la montaña humeante) e Iztaccíhuatl (la mujer dormida) en el Valle de México, y dice así:
Iztaccíhuatl fue una princesa que se enamoró de Popocatépetl, uno de los guerreros más valientes de su padre. A este no le gustaba el novio de su hija, así que decidió enviarlo a una batalla que suponía perdida en Oaxaca. Le prometió que su hija sería suya si era capaz de regresar victorioso, hecho que daba por imposible.
Sorprendentemente, y gracias al enorme tesón del joven, este regresó victorioso, con la cabeza del enemigo del rey en una bandeja. Tras ser homenajeado con un gran festín, finalmente el rey no cumplió su palabra y decidió recluir a su hija en un castillo. Esta, desolada por la decisión de su padre, se suicidó.
Popocatépetl, con el corazón roto, llevó el cuerpo de su amada a un monte, donde los dioses, apenados por lo sucedido, la convirtieron en un volcán inactivo. Entonces el guerrero, dispuesto a velar por siempre a su amada, encendió una antorcha y lanzó una promesa según la cual nada, ni siquiera un huracán por más fuerte que fuese, lograría apagar su amor por ella.
Los dioses, admirados por la fuerza del amor del chico, le entregaron la eternidad convirtiéndolo en un volcán humeante, a cambio de custodiar a la princesa Iztaccihuatl para siempre.
EL ORIGEN DEL TEMPLO
Dos hermanos, el uno soltero y el otro casado, poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que los dos hermanos se repartían a partes iguales.
Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches, pensando:
"No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que en mi ancianidad tendré todo cuanto necesite. ¿Quién cuidara de mi pobre hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar para el futuro más de lo que actualmente ahorra, porque su necesidad es, evidentemente, mayor que la mía".
Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde su hermano y vertía en el granero de éste un saco de grano.
También su hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse a sí mismo:
"Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se lleva la mitad de la cosecha. Pero yo no tengo que mantener a nadie más que a mí mismo. ¿Es justo, acaso, que mi pobre hermano, cuya necesidad es mayor que la mía, reciba lo mismo que yo?"
Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero de su hermano.
Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro, cada cual con un saco de grano a la espalda.
Muchos años mas tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se divulgó. Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no creían que hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.
LOS TRES CERDITOS
Había una vez tres cerditos que eran hermanos, y se fueron por el mundo a buscar fortuna. A los tres cerditos les gustaba la música y cada uno de ellos tocaba un instrumento. El más pequeño tocaba la flauta, el mediano el violín y el mayor tocaba el piano...
A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieran manos a la obra, cada uno construyendo su casita.
- La mía será de paja - dijo el más pequeño-, la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.
El hermano mediano decidió que su casa sería de madera:
- Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores, - explicó a sus hermanos, - Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar.
El mayor decidió construir su casa con ladrillos.
- Aunque me cueste mucho esfuerzo, será muy fuerte y resistente, y dentro estaré a salvo del lobo. Le pondré una chimenea para asar las bellotas y hacer caldo de zanahorias.
Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema. De detrás de un árbol grande surgió el lobo, rugiendo de hambre y gritando:
- Cerditos, ¡os voy a comer!
Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:
- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo. El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano.
De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo:
- ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo del mayor.El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta bramó:
- ¡Soplaré y soplaré y la puerta derribaré! Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno.
Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía su propósito. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo hacia el lago.
Los cerditos no le volvieron a ver. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas.
EL MILAGRO DE LAS ROSAS
Un buen día la joven Isabel, acorde a su noble espíritu, se dispuso a realizar una buena obra. Para ello, y en contra de la voluntad de su rica familia, organizó un cesto con huevos, pan, carne y otros alimentos y se dispuso a bajar al pueblo de Eisenach situado justo bajo su morada, el Castillo de Wartburg, para repartirlo entre los pobres. Escondió dicho cesto bajo un manto y comenzó el pequeño viaje. Al cabo de un rato, apareció su marido Ludwing IV de Thuringia, que volvía de pasar la mañana cazando. Sorprendido le preguntó, al ver el bulto bajo su manto, qué era lo que estaba cargando. Ella triste y sin palabras, apesadumbrada por la situación, no dijo nada. Entonces Ludwing abrió el manto con desprecio y para su sorpresa vio que tan sólo contenía un ramo de rosas.
Esta es una leyenda popular cristiana originada en la Edad Media, en la cual se produce un milagro en forma de unas rosas que muestran la incidencia de Dios en la vida de las personas.
LEYENDA DE LA INDIA MARIANA
El nombre del departamento de Pocitos en San Juan, Argentina, tiene su origen en esta leyenda.
Según se cuenta, existía una hermosa india nativa llamada Mariana quien de vez en cuando se dejaba ver por el poblado, aunque nadie de allí sabía de dónde venía. El caso es que Mariana, se dedicaba a vender pepitas de oro y tras un par de horas desaparecía de allí sin hacer ruido.
Esta actitud fue haciendo que su figura fuese adquiriendo tintes misteriosos, que la gente empezase a hablar de ella, inventando quizá cosas, como que la habían visto hablar con los animales del pueblo.
Una vez un campesino se atrevió a hablar con ella y se interesó por el origen de aquellas pepitas.
- De un pocito las saco - dijo -, y se fue rauda.
Una noche, unos bandidos que la habían seguido y querían robarle el oro, la encontraron dormida bajo un árbol y se dispusieron a asaltarla, pero en ese momento, un enorme perro con los ojos inyectados en sangre apareció y con sus ladridos espantó a los ladrones.
Entonces, y según cuenta la leyenda, los bandidos decidieron seguir a la mujer para saber de dónde provenía el oro. Se adentraron en el bosque y nunca más aparecieron...
LECCIÓN DADA A UN JOROBADO
Cuenta una historia que un jorobado, escuchando a un predicador, se le hacía difícil creerle sobre la perfección de la obra de Dios. Un día lo esperó a la salida de la iglesia y le dijo:
-Usted pretende que Dios lo hace todo bien, pero ¡mire cómo me hizo a mí!
El predicador lo examinó un instante y le contestó:
-Pero, amigo mío, ¿de qué se queja? ¡Está muy bien hecho para ser jorobado!
Desde el 1 hasta el 10 de un total de 15 Cuentos de Anónimo