53 Cuentos de Dani Alcalà 

LA PALOMA Y EL PERRO

Se acercó una paloma a beber agua de un charco. Un perro, que observaba la escena tranquilamente desde la puerta de su casa, exclamó:
- ¡Puaj, qué asco!, no sé cómo puedes beber un agua tan sucia. A mí me la dan directamente del grifo.
- Pues a mí nadie me da nada - contestó la paloma -, así que tengo que buscarme la vida.

Moraleja: Valora todo lo que das por hecho, pues nunca se sabe si lo tendrás para siempre.

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LOS PERROS

Un perro que llevaba toda la vida junto a su amo se encontró con un perro abandonado.
- Oye, - dijo el primero -, debes sentirte muy solo y temeroso, ¿quieres ser mi amigo?
En estas, que el perro abandonado huyó corriendo.

Moraleja: No debemos juzgar a los demás según nuestro punto de vista, hay que intentar ponerse en la situación del otro para entender su comportamiento.

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EL FLAMENCO Y EL PATO

Un flamenco se posó en un estanque para descansar. Un pato, que lo vio venir, lo saludó:
- Hola amigo, ¿de dónde vienes?
- De los lagos que hay más allá de donde las montañas se juntan con las nieves - contestó el flamenco -; al otro lado del océano.
- Vaya - dijo el pato -. Si que has visto mundo.
El flamenco, viendo que tenía un espectador agradecido, se puso cómodo, y apoyándose sobre una pata, siguió:
- Pues sí, me extraña que no lo conozcas, pues allí también está lleno de patos.
- ¿De veras? ¿Y qué hacen allí los patos?
- Preguntar de dónde vengo.

El pato, viendo que ya estaba todo dicho, siguió nadando en busca de aguas más tranquilas.

Moraleja: No confundas la amabilidad con el halago.

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LA BALLENA AZUL Y LA FOCA

Una ballena azul llevaba comidas unas 3 toneladas de crustáceos en un día, cuando una foca se le acercó y le dijo:
- Oye, deja algo para los demás.
- Yo como lo que necesito - replicó la ballena -.

Moraleja: No midas a todos por igual.

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LOS DOS RENACUAJOS

Dos renacuajos que se encontraban en un estanque entablaron una conversación:
- Oye, ¿tú qué vas a ser de mayor? - preguntó uno de ellos -.
- Constructor - contestó el otro -, porque quiero ganar mucho dinero construyendo estanques como este. ¿Y tú?
- Pues yo... yo quiero ser un sapo.

Moraleja: No quieras ser lo que no eres; no serás feliz.

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EL COCODRILO EN LA CHARCA

Estaba un enorme cocodrilo en una charca echando la siesta cuando de repente se movió una rama.
- ¡Qué susto, madre mía! - exclamó el cocodrilo.

Moraleja: Todos tenemos nuestros miedos, aunque haya quien lo disimule mejor.

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LAS MARIPOSAS

Una mariposa hembra batía sus alas mostrando toda su belleza a quien pudiese mirar. Se posaba en una rama aquí y allá, grácilmente, aparentando ausencia de esfuerzo en sus movimientos, y de vez en cuando agachaba la cabeza intentando mostrar un falso rubor ante tanta exhibición de jovialidad por su parte.

Las demás mariposas hembra del bosque, mientras tanto, charlaban animosamente con las mariposas macho del lugar, intentando averiguar si podrían formar una familia.

Moraleja: El físico importa, pero poco te dice acerca de cómo es una persona.

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EL GATO Y EL PERRO

Un gato, que llevaba toda la vida viviendo en un piso junto a sus amos, descubrió de repente que había otros animales. Fue porque el vecino se compró un perro, que se coló por la terraza.
- Oye - dijo el intruso - ¿tú eres un gato?
- No sé - replicó el gato -, nunca he visto a uno.

Moraleja: Si no sabes quién eres difícilmente sabrás cómo reaccionar ante los demás.

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EL PERRO Y SU DUEÑO

Un perro, que esperaba pacientemente a que su dueño acabase de cenar, salió disparado hacia la cocina en cuanto este se levantó.
- ¡Siempre estás igual! - dijo el dueño -. Ya sabes que no te voy a dar nada.
El perro, sin dejar de mover la cola, replicó:
- Eso dices siempre, sí, pero no siempre lo has cumplido.

Moraleja: Si das esperanzas sin querer, luego no te quejes si te molestan.

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EL SALMÓN Y EL OSO

Un salmón subía por el río cuando se topó con un oso que iba cazando a otros salmones.
- Señor Oso - dijo el salmón -. Yo no soy como los otros salmones. Yo sólo subo el río porque me he dejado las llaves de casa. En cuanto las coja volveré a bajar hacia el mar. ¿Verdad que me dejará pasar sin problemas?
- Claro - dijo el oso -. Yo también me he dejado las llaves alguna vez y sé lo molesto que es. Pasa, que no te haré nada.
Y el salmón pasó. Y el oso se lo comió.

Moraleja: No trates a los demás como si fueran tontos, o te encontrarás con más de una sorpresa desagradable.

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