53 Cuentos de Dani Alcalà
LOS CABALLOS
Un caballo salvaje se encontró con uno domesticado y tuvieron una conversación:
- Oye, estoy harto de tener que ir a buscar comida cada día, tú eres afortunado y te la dan.
- ¡Tú si que eres afortunado, que puedes ir en busca de todas las yeguas que quieras!
En estas, salió de su casa el granjero y dijo:
- Os he estado escuchando, y creo que lo mejor es que cambiéis vuestro papel. A partir de hoy me quedo con el caballo salvaje mientras que a ti te libero.
- ¡No hombre, por Dios! - replicaron ambos caballos a la vez -. ¿Cómo íbamos a poder adaptarnos si ya somos adultos?
Moraleja: El miedo al cambio siempre encuentra buenas razones.
LA GALLINA Y EL RATÓN
Una gallina que estaba poniendo un huevo fue interrumpida por un ratón que pasaba por allí.
- Oye gallina, y si sólo tienes un agujero allá abajo, ¿cómo sabes si lo que sacas es caquita o es un huevo?
- Y tú, ratón - contestó la gallina-, si no tienes pico sino boca, ¿cómo sabes si lo que dices tiene sentido o es una tontería?
Moraleja: Lo que para unos es muy fácil de entender, para otros es incomprensible, y también pasa al contrario.
LOS DOS CONEJOS
Dos conejos se encontraban jugando y saltando cerca de su madriguera, cuando de repente se oyó un disparo a lo lejos.
- Vienen a por mí - dijo uno de ellos -.
- ¿A por ti?. No, ¡vienen a por mí!
Y salieron corriendo.
Moraleja: No te des tanta importancia, no eres el centro del universo.
EL ALCE, EL ÁRBOL Y LA ROCA
Estaba un alce afilando sus astas contra un árbol, cuando el árbol empezó a quejarse:
- Maldito alce, ¿por qué no te aprietas contra la roca?. Me estás haciendo daño y no puedo huir a ninguna parte. La roca por lo menos está muerta.
En estas que la roca alzó la voz:
- Árbol loco, no envíes tus males a los demás y resuelve tus problemas directamente con el alce. A mí tampoco me haría ninguna gracia que viniese a frotarse conmigo, y sí, quizá yo no sea un ser vivo, pero llevo aquí más años que todos vosotros juntos así que respetadme a mí también.
Moraleja: La naturaleza es un bien que hay que preservar, todo está ahí por algo.
LA MOSCA Y LA HORMIGA
Una mosca que se encontraba dando vueltas en círculo en el centro de una habitación, se posó finalmente agotada en un mueble. Allí apareció una hormiga, que le dijo:
- Te he estado observando, y creo que malgastas tu energía inútilmente.
- No creas - contestó la mosca -, estaba atenta a posibles depredadores.
- Pues igual que yo, y sin cansarme - dijo la hormiga -. Desde donde estoy lo veo todo a mi alrededor, pues a mi espalda tan sólo hay una pared.
Moraleja: Optimiza tus esfuerzos, a veces se puede conseguir el mismo resultado de un modo más eficiente.
EL HOMBRE Y LA MADRIGUERA
Un hombre andaba con un palo por el monte con su novia. De repente vio una madriguera, y para hacerse el interesante dijo:
- Meteré el palo en ese agujero, ya verás como vemos algún conejo.
Y así, procedió con su maniobra. Al instante salió de la guarida una mofeta, que dejó ir sus pestilentes efluvios en la cara del insensato.
Moraleja: Si no sabes lo que estás haciendo, por lo menos sé prudente.
EL JABALÍ Y EL GATO
Estaba un jabalí buscando comida entre la basura, cuando de repente molestó a un gato, al confundirlo con una lata. El gato montó en cólera y le soltó un arañazo en un ojo. El jabalí, presa del pánico salió corriendo hacia donde estaban sus amigos.
- No os lo vais a creer - les dijo -. Hay latas asesinas.
Moraleja: No te creas todo lo que se cuenta.
LA PALOMA Y EL JOVEN
Una paloma, que caminaba por la barandilla de la terraza de un joven, se quedó quieta observando.
- ¡Eh! - gritó la paloma -. ¿Qué haces metido en este piso, que no sales en toda la tarde?
El joven, atónito, respondió a la paloma:
- ¿Y a ti qué te importa?. Estoy chateando y viendo la tele.
- Nada, nada - siguió la paloma -, a mí me da igual, pero yo de ti quitaría toda esta ropa del tendedero, porque está empezando a llover.
Moraleja: Que la tecnología no te abstraiga del mundo en el que vives.
LA PULGA Y EL PERRO
Estaba una pulga paseando por el lomo de un perro, y mientras tanto este se rascaba, intentando librarse de ella. En estas que la pulga se dirigió al perro:
- Oye perro, hagamos un trato. Sé que te estoy molestando y que te pica todo el cuerpo, pero al rascarte no me dejas descansar. Por el bien de ambos te propongo lo siguiente: no molestarte por el día, para que puedas dormir. A cambio tú no te rascas por la noche, y así me dejas descansar a mí.
- ¿Y por qué no lo hacemos al revés? - replicó el perro -. Tú me dejas dormir por la noche y yo te dejo dormir por el día.
La pulga pensó un instante y contestó:
- No, no, yo quiero poder dormir por la noche.
- ¡Pues yo también! - zanjó el perro -. Y siguió rascándose.
Ninguno de los dos cayó en la cuenta de que podrían haber acordado dormir ambos por la noche sin molestarse al estar en calma.
Moraleja: Piensa antes de hablar, ¡pero también después de haber hablado!
LA ORCA Y LA FOCA
Una orca estaba golpeando el agua del mar para hacer caer con las olas a una foca que estaba estirada en un pedazo de hielo. La foca, muerta de miedo, le dijo a la orca:
- Ya me tiro yo al agua para que me puedas comer, pero por favor, deja de hacer ese ruido terrorífico.
Moraleja: Así somos a veces con nuestros miedos. En vez de intentar pensar en una solución racional a un problema, dejamos que nos atrape la angustia impidiendo así que podamos pensar con claridad.
Desde el 31 hasta el 40 de un total de 53 Cuentos de Dani Alcalà