26 Poemas de Francisco de Quevedo
CONTRAPOSICIONES Y TORMENTOS DE SU AMOR
Osar, temer, amar y aborrecerse,
alegre con la gloria, atormentarse;
de olvidar los trabajos olvidarse,
entre llamas arder sin encenderse;
con soledad entre las gentes verse
y de la soledad acompañarse;
morir continuamente, no acabarse,
perderse por hallar con qué perderse;
ser Fúcar de esperanzas sin ventura,
gastar todo el caudal en sufrimiento,
con cera conquistar la piedra dura,
son efectos de amor en mis tormentos;
nadie le llame dios, que es gran locura,
que más son de verdugo sus tormentos.
LAS GRACIAS DE LA QUE ADORA...
Ese color de rosa y de azucena
y ese mirar sabroso, dulce, honesto,
y ese hermoso cuello, blanco, inhiesto,
y boca de rubíes y perlas llena;
la mano alabastrina que encadena
al que más contra Amor está dispuesto,
y el más libre y tirano presupuesto
destierra de las almas y enajena.
Era rica y hermosa primavera,
cuyas flores de gracias y hermosura
ofendellas no puede el tiempo airado;
son ocasión que viva yo y que muera,
y son de mi descanso y mi ventura
principio y fin, y alivio del cuidado.
COMUNICACIÓN DE AMOR INVISIBLE POR LOS OJOS
Si mis párpados, Lisi, labios fueran,
besos fueran los rayos visüales
de mis ojos, que al sol miran caudales
águilas, y besaran más que vieran.
Tus bellezas, hidrópicos, bebieran,
y cristales, sedientos de cristales;
de luces y de incendios celestiales,
alimentando su morir, vivieran.
De invisible comercio mantenidos,
y desnudos de cuerpo, los favores,
gozaran mis potencias y sentidos;
mudos se requebraran los ardores;
pudieran, apartados, verse unidos,
y en público, secretos, los amores.
COMPARA EL DISCURSO DE SU AMOR CON EL DE UN ARROYO
Torcido, desigual, blando y sonoro,
te resbalas secreto entre las flores,
hurtando la corriente a los calores,
cano en la espuma, y rubio como el oro.
En cristales dispensas tu tesoro,
Líquido plectro a rústicos amores,
y templando por cuerdas ruiseñores,
te ríes de crecer, con lo que lloro.
De vidrio en las lisonjas divertido,
gozoso vas al monte, y despeñado
espumoso encaneces con gemido.
No de otro modo el corazón cuitado,
a la prisión, al llanto se ha venido,
alegre, inadvertido y confiado.
LOS OJOS TENGO EN LLANTO...
Los ojos tengo en llanto noche y día,
y en fuego el corazón y la alma mía
DICE QUE EL SOL TEMPLA LA NIEVE...
Miro este monte que envejece enero,
y cana miro caducar con nieve
su cumbre, que aterido, oscuro y breve,
la mira el sol, que la pintó primero.
Veo que en muchas partes, lisonjero,
o regal sus hielos o los bebe;
que agradecido a su piedad se mueve
el músico cristal, libre y parlero.
Mas en los Alpes de tu pecho airado
no miro que tus ojos a los míos
regalen, siendo fuego, el hielo amado.
Mi propia llama multiplica fríos
y en mis cenizas mesmas ardo helado,
invidiando la dicha de estos ríos.
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