40 Poemas de Juan Ramón Jiménez
ROSA CON CARA
¿Qué mejor oración, qué mayor ansia?
¡Sonreír a la rosa de la mañana;
dejarnos contra ella, rosa con cara;
entrarnos su alma fresca en nuestra alma!
¿Poder tenerlo todo por su fragancia?
LECHUZA
Se entró en mi frente el pensamiento negro, como una ave nictálope, en un cuarto, de día.
- ¡No sé qué hacerle para que se vaya!
Está aquí, quieto y mudo, sin ver las aguas ni las rosas.
OCTUBRE II
A través de la paz del agua pura,
el sol le dora al río sus verdines;
las hojas secas van, y los jazmines
últimos, sobre el oro a la ventura.
El cielo, verde, en la más libre altura
de su ancha plenitud, deja los fines
del mundo en un extremo de jardines
de ilusión. ¡Tarde en toda tu hermosura!
¡Qué paz! Al chopo claro viene y canta
un pájaro. Una nube se desvae
sin color, y una sota mariposa,
luz, se sume en la luz... y se levanta
de todo no sé qué hálito, que trae,
triste de no morir aún más, la rosa.
EL MOMENTO
¡Que se me va, se me va!
... ¡Se me fue!
Y con el momento, se me fue la eternidad.
CANCIÓN DE INVIERNO
Cantan. Cantan.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan?
Ha llovido. Aún las ramas
están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan
los pájaros. ¿En dónde cantan
los pájaros que cantan?
No tengo pájaros en jaulas.
No hay niños que los vendan. Cantan.
El valle está muy lejos. Nada...
Yo no sé dónde cantan
los pájaros -cantan, cantan-
los pájaros que cantan.
LAS TARDES DE ENERO
Va cayendo la noche: La bruma
ha bajado a los montes el cielo:
Una lluvia menuda y monótona
humedece los árboles secos.
El rumor de sus gotas penetra
hasta el fondo sagrado del pecho,
donde el alma, dulcísima, esconde
su perfume de amor y recuerdos.
¡Cómo cae la bruma en en alma!
¡Qué tristeza de vagos misterios
en sus nieblas heladas esconden
esas tardes sin sol ni luceros!
En las tardes de rosas y brisas
los dolores se olvidan, riendo,
y las penas glaciales se ocultan
tras los ojos radiantes de fuego.
Cuando el frío desciende a la tierra,
inundando las frentes de invierno,
se reflejan las almas marchitas
a través de los pálidos cuerpos.
Y hay un algo de pena insondable
en los ojos sin lumbre del cielo,
y las largas miradas se pierden
en la nada sin fe de los sueños.
La nostalgia, tristísima, arroja
en las almas su amargo silencio,
Y los niños se duermen soñando
con ladrones y lobos hambrientos.
Los jardines se mueren de frío;
en sus largos caminos desiertos
no hay rosales cubiertos de rosas,
no hay sonrisas, suspiros ni besos.
¡Como cae la bruma en el alma
perfumada de amor y recuerdos!
¡Cuantas almas se van de la vida
estas tardes sin sol ni luceros!
ROSA YO ALA
A veces siento en mí
como la rosa que seré un día,
como el ala que seré un día.
Y una errancia me coje ajena y mía,
mía y de ala;
y una esencia me envuelve ajena y mía,
de rosa y mía.
EL ÁRBOL
Yo te mordí tu raíz
¡Qué alta se fue tu flor!
Tu pecho entre los dos.
Tu flor, temblando, te olí.
¡Cómo tu raíz se hundió!
Tu pecho entre los dos.
DESVELO MAYOR
No duermes. No. No duermo. Nos estamos hablando en las estrellas.
Somos aquí dos glorias reflejadas en la paz de la tierra.
UN CLIMA
Está el cielo tan bello,
que parece la tierra.
(Dan ganas de volver
los pies y la cabeza.)
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