293 Cuentos de Esopo  

EL NÁUFRAGO Y EL MAR

Arrojado un náufrago en la orilla, se durmió de fatiga; mas no tardó en despertarse, y al ver al mar, le recriminó por seducir a los hombres con su apariencia tranquila para luego, una vez que los ha embarcado sobre sus aguas, enfurecerse y hacerles perecer.
Tomó el mar la forma de una mujer y le dijo:
- No es a mí sino a los vientos a quienes debes dirigir tus reproches, amigo mío; porque yo soy tal como me ves ahora! y son los vientos los que, lanzándose sobre mí de repente, me encrespan y enfurecen.

Moraleja: Nunca hagamos responsable de una injusticia a su ejecutor cuando actúa por orden de otros, sino a quienes tienen autoridad sobre él.

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LOS VIANDANTES Y EL OSO

Marchaban dos amigos por el mismo camino. De repente se les apareció un oso.
Uno se subió rápidamente a un árbol ocultándose en él; el otro, a punto de ser atrapado, se tiró al suelo, fingiéndose muerto.
Acercó el oso su hocico, oliéndole por todas partes, pero el hombre contenía su respiración, porque se dice que el oso no toca a un cadáver.
Cuando se hubo alejado el oso, el hombre escondido en el árbol bajó de éste y preguntó a su compañero qué le había dicho el oso al oído.
- Que no viaje en el futuro con amigos que huyen ante el peligro - le respondió -.

Moraleja: La verdadera amistad se comprueba en los momentos de peligro.

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EL LABRADOR Y EL ÁRBOL

En el campo de un labriego había un árbol estéril que únicamente servía de refugio a los gorriones y a las cigarras ruidosas.
El labrador, viendo su esterilidad, se dispuso a abatirlo y descargó contra él su hacha.
Suplicáronle los gorriones y las cigarras que no abatiera su asilo, para que en él pudieran cantar y agradarle a él mismo.
Más sin hacerles caso, le asestó un segundo golpe, luego un tercero.
Rajado el árbol, vio un panal de abejas y probó y gustó su miel, con lo que arrojó el hacha, honrando y cuidando desde entonces el árbol con gran esmero, como si fuera sagrado.

Moraleja: Mucha gente hay que hace un bien sólo si de él recoge beneficio, no por amor y respeto a lo que es justo. Haz el bien por el bien mismo, no porque de él vayas a sacar provecho.

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ZEUS Y LAS ABEJAS

Envidiosas las abejas a causa de la miel que les arrebataban los hombres, fueron en busca de Zeus y le suplicaron que les diera fuerza bastante para matar con las punzadas de su aguijón a los que se acercaran a sus panales.
Zeus, indignado al verlas envidiosas, las condenó a perder su dardo cuantas veces hirieran a alguno y a morir ellas mismas después.

Moraleja: La envidia no es buena consejera, más bien nos puede llevar a perder lo que ya poseemos.

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LA VIÑA Y LA CABRA

Una viña se encontraba exuberante en los días de la cosecha con hojas y uvas. Una cabra que pasaba por ahí mordisqueó sus zarcillos y tiernas hojas. La viña le reclamó:
- ¿Por qué me maltratas sin causa y comes mis hojas? ¿No ves que hay zacate suficiente? Pero no tendré que esperar demasiado por mi venganza, pues si sigues comiendo mis hojas y me maltratas hasta la raíz, yo proveeré el vino que echarán sobre ti cuando seas la víctima del sacrificio.

Moraleja: Los maltratos hechos con intención, tarde o temprano regresan a quien los hizo, muchas veces bajo otra vestidura.

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LAS PALOMAS, EL MILANO Y EL HALCÓN

Unas palomas, aterrorizadas por la presencia de un milano, llamaron al halcón para que las defendiera.
Inmediatamente él aceptó.
Cuando ya ellas lo habían admitido dentro de su palomar, se dieron cuenta que hacía mucho más estragos y matanzas en un día, que lo que haría un milano en un año.

Moraleja: Evita los remedios que son peores que la enfermedad.

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LOS TRES PROTECTORES

Una gran ciudad estaba siendo sitiada, y sus habitantes se reunieron para considerar el mejor medio de protegerse.

Un ladrillero acaloradamente recomendaba a los ladrillos como la mejor adquisición para la más efectiva resistencia.
Un carpintero, con igual entusiasmo, proponía la madera como un método preferible para la defensa.
En eso un curtidor de cueros se levantó y dijo:
-Compañeros, yo difiero de todos ustedes, y advierto que por nada cambiaré de opinión. Les afirmo que están muy equivocados: para resistir, no existe nada mejor que el cubrirse con pieles, y para eso nada tan bueno como los cueros.

Moraleja: Los irresponsables, los ignorantes, y los agitadores, nunca aceptan que otros puedan tener la razón, y defienden siempre intransigentemente sólo su punto de vista, aunque no tengan el menor conocimiento del tema, sin importarles las consecuencias del momento o del futuro.

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EL LOBO CON PIEL DE OVEJA

Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta asegurada.
Pero en la noche, buscando el pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.

Moraleja: Según hagamos el engaño, así recibiremos el daño.

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LA ZORRA Y EL LEÑADOR

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña. Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron
únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle nada al leñador.
Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
-Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca hubieran dicho lo mismo.

Moraleja: No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.

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EL JARDINERO Y EL PERRO

El perro de un jardinero había caído en un pozo.
El jardinero, por salvarle, descendió también. Creyendo el perro que bajaba para hundirlo más todavía, se volvió y le mordió.
El jardinero, sufriendo con la herida, volvió a salir del pozo, diciendo:
- Me está muy bien empleado; ¿quién me llamaba para salvar a un animal que quería suicidarse?

Moraleja: Cuando te veas en peligro o necesidad, no maltrates la mano de quien viene en tu ayuda.

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