Víctor Hugo
LOS CUARENTA SON LA EDAD MADURA...
Los cuarenta son la edad madura de la juventud; los cincuenta la juventud de la edad madura.
¡QUE LA SOMBRA DEL DOLOR NO...
¡Que la sombra del dolor no nuble tu faz radiante!. El himno más palpitante es el himno del amor. ("¡Ven!. En la pradera en flor")
MAÑANA, AL ALBA
Mañana, al alba, al tiempo que en los campos aclara,
partiré. Ya lo ves, yo sé que tú me esperas.
Caminaré los bosques, las montañas severas.
Ya no resisto el tiempo que de ti me separa.
Andaré, pensativo, puesta en ti la mirada,
sin oír lo que llama, sin ver lo que fulgura,
solo, oscuro, encorvado, con las manos cruzadas,
triste, y para mí el día será la noche oscura.
No miraré ni el oro que la tarde derrumba
ni las velas que al puerto van con lejano amor.
Y cuando haya llegado pondré sobre tu tumba
ramos verdes de acebo y de brezos en flor.
CUANTO MÁS PEQUEÑO ES EL CORAZÓN...
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.
LA VIDA ES UNA FLOR CUYA...
La vida es una flor cuya miel es el amor.
EL INFIERNO ESTÁ TODO EN ESTA...
El infierno está todo en esta palabra: soledad.
EL AMOR ES UN ARDIENTE OLVIDO...
El amor es un ardiente olvido de todo.
LA MELANCOLÍA ES LA FELICIDAD DE...
La melancolía es la felicidad de estar triste.
LOS INSULTADORES
Con tal que sus ramajes
se extiendan como espléndidos boscajes,
¿qué caso habrá de hacer el cedro erguido
del fango corrompido
donde sus plantas posa, ni del cieno
con que el pequeño mísero gusano
de torpe envidia lleno
quiera manchar su tronco soberano?
Al viejo torreón, perpetuo emblema
de bélico poema;
al Esfinge, entre escombros escondido,
Coloso, que aun dormido
la muerte misma lo contempla absorta,
la injuria de una hormiga ¿qué le importa?
En el silencio de la noche, cuando
sus alas bate, de placer temblando,
el ángel de los sueños fugitivo,
con los brazos cruzados, pensativo,
el Coloso los astros contemplando
en abstracción profunda se recrea.
Entonces él ignora si su sombra
que á veces le rodea,
odio, calumnia ó liviandad se nombra:
no sabe porqué silba la serpiente,
porqué la hiena muerde, porqué miente
la azucena al clavel en sus amores;
por qué se mueve el asqueroso enjambre
de insectos roedores,
porqué son los satélites del hambre
de Dios calumniadores.
En tanto que la turba de reptiles
creyéndolo dormido, se consulta
cuál ha de ser el que mejor le insulta,
él en calma contempla de la aurora
el rayo que las sombras desvanece
y más y más los horizontes dora
con su fúlgida luz…Hablar parece…
Su frente se enrojece,
su pálida mejilla se colora,
su cuerpo se estremece,
inflámanse sus ojos, su cabeza
enérgica levanta
con tanta majestad y tal firmeza
que, al remover la planta,
cobarde tiembla y permanece muda
la turba de gusanos roedores;
¡y el sol con luz espléndida saluda
al gran despreciador de insultadores!
Y DIJE A LOS LUCEROS "¡VERTED...
Y dije a los luceros: "¡verted el cielo en ella!", y dije a tus pupilas: "¡verted en mí el amor!". ("Ayer, al anochecer")
Desde el 21 hasta el 30 de un total de 40 obras de Víctor Hugo