Esopo
EL LEÓN Y EL CIERVO
Un ciervo observaba a cierta distancia a un león que de repente había empezado a rugir alterado sin motivo aparente.
- Madre mía - exclamó el ciervo -. ¡Si ya era peligroso el león estando de buenas, no quiero ni pensar la que nos espera ahora que se ha enfadado!
Moraleja: Cuídate de darle poder sobre ti al irascible, pues lo ejercerá virulentamente en cuanto tenga ocasión.
EL BATANERO Y EL CARBONERO
Un carbonero que hacía su trabajo en cierta casa visitó a un batanero que trabajaba no muy lejos de él, invitándole a trabajar en un mismo local, pues de este modo, además de mayor amistad vivirían con menos gastos al usar solamente una casa. Pero le respondió el batanero:
- Eso para mí es imposible, pues todo lo que yo blanqueara, tú lo ennegrecerías de hollín al instante.
Moraleja: No debemos asociar actividades de naturalezas contradictorias.
EL HOMBRE Y LA ESTATUA
Un pobre tenía una estatuíta de un dios, al que suplicaba que le diera la fortuna; pero como su miseria no hacía más que aumentar, se enojó y, cogiendo al dios por un pie, le golpeó contra la pared. Rompióse la cabeza del dios, desparramando monedas de oro. El hombre las recogió y exclamó:
- Por lo que veo, tienes las ideas al revés, además de ser un ingrato, porque cuando te adoraba, no me has ayudado, y ahora que acabo de tirarte, me contestas colmándome de riqueza.
Moraleja: Nada ganamos elogiando a los ingratos o malvados, más se consigue castigándolos.
EL ORADOR DEMADES
El orador Demades hablaba un día a los ciudadanos de Atenas, mas como no prestaban mucha atención a su discurso, pidió que le permitieran contar una fábula de Esopo. Concedida la demanda, empezó de este modo:
- Demeter, la golondrina y la anguila viajaban juntas un día; llegaron a la orilla de un río; la golondrina se elevó en el aire, la anguila desapareció en las aguas.. -y aquí se detuvo el orador-.
- Y ¿Demeter..? -le gritaron-. ¿Qué hizo...?
- Demeter montó en cólera contra vosotros- replicó, porque descuidáis los asuntos de Estado para entreteneros con las fábulas de Esopo.
Moraleja: Eso sucede entre la gente: prefieren darle atención únicamente al placer dejando de lado las cosas realmente necesarias. Cuidémonos de no caer en ese error. Compartamos equilibradamente el deber y el placer.
EL ENFERMO Y SU DOCTOR
Habiéndole preguntado un médico a un enfermo por su estado, contestó el enfermo que había sudado más que de costumbre.
- Eso va bien dijo el médico.
Interrogado una segunda vez sobre su salud, contestó el
enfermo que temblaba y sentía fuertes escalofrios.
- Eso va bien -dijo el médico.
Vino a verle el médico por tercera vez y le preguntó por su enfermedad. Contestó el enfermo que había tenido diarrea.
- Eso va bien -dijo el médico, y se marchó.
Vino un pariente a ver al enfermo y le preguntó que cómo iba.
- Me muero - contestó - a fuerza de ir bien.
Moraleja: Por lo general, quienes nos rodean nos juzgan por las apariencias y nos consideran felices por cosas que en realidad nos producen profundo dolor.
EL LOBO HARTO Y LA OVEJA
Un lobo hartado de comida y ya sin hambre, vio a una oveja tendida en el suelo. Dándose cuenta que se había desplomado simplemente de terror, se le acercó, y tranquilizándola le prometió dejarla ir si le decía tres verdades.
Le dijo entonces la oveja que la primera es que preferiría no haberle encontrado; la segunda, que como ya lo encontró, hubiera querido encontrarlo ciego; y por tercera verdad le dijo:
- ¡ Ojalá, todos los lobos malvados, murieran de mala muerte, ya que, sin haber recibido mal alguno de nosotras, nos dan una guerra cruel!
Reconoció el lobo la realidad de aquellas verdades y dejó marchar a la oveja.
Moraleja: Camina siempre soportado en la verdad, y ella te abrirá los caminos del éxito, aún entre adversarios.
PROMETER LO IMPOSIBLE
Un hombre pobre se hallaba gravemente enfermo. Viendo que no podrían los médicos salvarle, se dirigió a los dioses, prometiendo ofrendarles una hecatombe y consagrarles múltiples exvotos si lograba restablecerse.
Le oyó su mujer, que lo acompañaba a su lado, y le preguntó:
- ¿Y de dónde sacarás tanto dinero para cubrir todo eso?
- ¿Y crees tú que los dioses me lo van a reclamar si me restableciera?-repuso el enfermo.
Moralejas: Nunca hagas promesas que de antemano ya sabes que será imposible cumplirlas.
EL BUEY Y LA BECERRA
Viendo a un buey trabajando, una becerra que sólo descansaba y comía, se condolió de su suerte, alegrándose de la de ella.
Pero llegó el día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se le hacía a un lado, cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey sonriendo dijo:
- Mira becerra, ya sabes por qué tú no tenías que trabajar: ¡es que estabas reservada para el sacrificio!
Moraleja: No te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes que mal trae oculto.
LOS DOS ENEMIGOS
Dos hombres que se odiaban entre sí navegaban en la misma nave, uno sentado en la proa y otro en la popa. Surgió una tempestad, y hallándose el barco a punto de hundirse, el hombre que estaba en la popa preguntó al piloto que cuál era la parte de la nave que se hundiría primero.
- La proa - dijo el piloto.
- Entonces - repuso este hombre - no espero la muerte con tristeza, porque veré a mi enemigo morir antes que yo.
Moraleja: Muy mezquina actitud es preferir ver sufrir a los enemigos que inquietarse por el daño que irremediablemente se está a punto de recibir.
LA LIEBRE Y LA TORTUGA
Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó:
- Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra que señalara el camino y la meta.
Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida.
Cuando despertó, y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado de primera al final y obtenido la victoria.
Moraleja: Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos el éxito.
Desde el 161 hasta el 170 de un total de 294 obras de Esopo