10 Poemas de Marcos Ana 

DICCIONARIO DEL PRESO

Breve es el diccionario de los presos.
Tiene palabras frías como espadas:
Recuento.
Muros, cerrojos. El patio.
Celda. Sancionado. Muertos
en cruz.
El Tribunal. La condena.
Losas de piedra. Cemento.
Y el “alerta” que deshace
la estructura del silencio.
Breve es el diccionario de los presos.
Tiene palabras que arden en los labios,
arrancadas del pecho:
Solidaridad. Amor.
Libertad. Patria. Aliento.
Creación. Luz. Futuro para todos.
Hijos. Mujer. Compañeros.
El mundo. La humanidad. La paz.
Una bandera, una patria, un pueblo.
La amnistía, el mar y el viento
para el preso.
Con estas pocas palabras
sueñan o sufren los presos.
Unas las afila el odio,
otras las construye el pueblo.

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MI CASA Y MI CORAZÓN

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.
Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.
Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.
Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

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ELEGÍA AL DOCTOR BARTRINA

Así, tan crudamente le arrancaron,
como a un árbol, la vida.
No caía hoja a hoja su sangre. La estrujaron.
Retorcieron con rabia su agonía.
Mas ni un solo latido le doblaron.
Su hermoso corazón se destruía
recto y puro en la muerte. Le mataron.
Pero quedó su Luz. Su rebeldía.
Mis costados son hoy tierra de fosa;
mis latidos la cavan como azadas
y oliendo van madera resinosa.
Con las sienes de heridas agolpadas
una bandera en su perfil reposa:
¡José Bartrina ha muerto, camaradas!

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AUTOBIOGRAFÍA

Mi pecado es terrible;
quise llenar de estrellas
el corazón del hombre.

Por eso aquí entre rejas,
en diecinueve inviernos
perdí mis primaveras.

Preso desde mi infancia
ya muerte mi condena,
mis ojos van secando
su luz contra las piedras.

Mas no hay sombra de arcángel
vengador en mis venas:

¡España! es sólo el grito
de mi dolor que sueña.

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MI CORAZÓN ES PATIO

La tierra no es redonda:
es un patio cuadrado
donde los hombres giran
bajo un cielo de estaño.
Soñé que el mundo era
un redondo espectáculo
envuelto por el cielo,
con ciudades y campos
en paz, con trigo y besos,
con ríos, montes y anchos
mares donde navegan
corazones y barcos.
Pero el mundo es un patio
(Un patio donde giran
los hombres sin espacio)
A veces, cuando subo
a mi ventana, palpo
con mis ojos la vida
de luz que voy soñando.
y entonces, digo: “El mundo
es algo más que el patio
y estas losas terribles
donde me voy gastando”.
Y oigo colinas libres,
voces entre los álamos,
la charla azul del río
que ciñe mi cadalso.
“Es la vida”, me dicen
los aromas, el canto
rojo de los jilgueros,
la música en el vaso
blanco y azul del día,
la risa de un muchacho…

Pero soñar es despierto
(mi reja es el costado
de un sueño
que da al campo)

Amanezco, y ya todo
—fuera del sueño— es patio:
un patio donde giran
los hombres sin espacio.

¡Hace ya tantos siglos
que nací emparedado,
que me olvidé del mundo,
de cómo canta el árbol,
de la pasión que enciende
el amor en los labios,
de si hay puertas sin llaves
y otras manos sin clavos!
Yo ya creo que todo
—fuera del sueño— es patio.
(Un patio bajo un cielo
de fosa, desgarrado,
que acuchillan y acotan
muros y pararrayos).

Ya ni el sueño me lleva
hacia mis libres años.
Ya todo, todo, todo,
—hasta en el sueño— es patio.

Un patio donde gira
mi corazón, clavado;
mi corazón, desnudo;
mi corazón, clamando;
mi corazón, que tiene
la forma gris de un patio.
(Un patio donde giran
los hombres sin descanso)

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LA VIDA

¿La vida?

Decidme cómo es un árbol.
Decidme el canto de un río,
cuando se cubre de pájaros.

Habladme del mar. Habladme
del olor ancho del campo.
De las estrellas. Del aire.

Recitadme un horizonte
sin cerradura y sin llaves
como la choza de un pobre.

Decidme cómo es el beso
de una mujer. Dadme el nombre
del amor: no lo recuerdo.

¿Aún las noches se perfuman
de enamorados con tiemblos
de pasión bajo la luna?

¿O sólo queda esta fosa,
la luz de una sepultura
y la canción de mis losas?

Veintidós años… ya olvido
la dimensión de las cosas,
su color, su aroma…

Escribo a tientas: el mar, el campo…
Digo bosque y he perdido
la geometría de un árbol.

Hablo por hablar de asuntos
que los años me borraron.

(No puedo seguir: escucho
los pasos del funcionario).

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IMAGINARIA

Al pintor Miguel Vázquez.
Al que sorprendí una noche llorando
en la cárcel de Burgos.

Oídme amigos. He visto
con los ojos soñolientos
algo que quiero contaros.
Es la madrugada. Un preso
enfrente de mí despierta.
Se incorpora sobre un codo.
Lía un cigarro. Se sienta.
Mientras fuma tiene ausente
la mirada, como dormida la frente
(Sueña el viento en la ventana)
Tira el cigarro. Se inclina.
Saca un pedazo de pan,
se lo come lentamente
y después… rompe a llorar.
(Quizás no tenga importancia…
Yo os lo cuento)
Ya sabéis que a mí las losas
me han gastado hasta los huesos
del corazón,
pero ver llorar a un hombre
es algo, siempre, tremendo.
Y este preso no es un árbol
que se ha roto. Sigue ileso.
Pero de pronto ha venido
todo lo “suyo” a su encuentro
en esta noche tranquila…
Con su dolor en mi pecho
le miro. No puede verme.
Sus ojos están muy lejos.
Sus ojos cerca, llorando
tan suave, tan hondamente
que apenas si mueve el aire
y el silencio.
Un “alerta” le estremece.

(Por el patio
se oye cruzar el relevo)

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ALMA, NO LLORES

Y no basta decir: “alma, no llores”,
si ves a un corazón que va dejando
la vida entre furiosos desgarrones.
Hay lágrimas que tienen estatura
de estrellas indomables
y es de acero o de roble su ternura.

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ELEGÍA A LUCIANO PARRONDO

(Que murió en la prisión de Burgos
a los veinte años de cautiverio)

Parrondo, amigo mío:
hace ya 20 años que te vi y te recuerdo
cantando sobre el filo de la muerte que huía.
Éramos arroyuelos, con el alma desnuda,
creciendo, en avenida.
No pesaban los muros:
hacia la mar seguían tu corazón y el mío,
ensanchando riberas,
con un alba en los ojos,
dejando a nuestro paso banderas y alegrías.
¡Qué juventud la tuya!
En tu cuerpo aterido por la muerte se mira
mi juventud perdida,
granada frente a todo...

Ay, Amigo:
mi corazón resiste; tu bandera ya es mía;
empaparé mis manos con tu sangre callada
y marcaré los astros con tu muerte y mi vida.
A veces creo que el mundo
tiene perdida el alma.
¿No escucha este cuchillo
que indiferente mina
nuestra espalda y nos hunde su filo hasta la muerte?
Mi corazón se obceca,
resiste todavía:
mas cuelga de su puerta tu ruiseñor callado
y vierte un llanto rojo donde tu luz se enfría.
¿Por qué no para el mundo este reloj sangriento?
¿No oye sus campanadas donde los hombres gritan?
Entre los poetas míos… Marcos Ana
Mi voz no puede alzarse,
le falta tu estatura.

No hay poeta que cante nuestra muerte infinita.
Hay hachazos tan duros que cortan la palabra.
En esta tierra nuestra ya todo se asesina.
Por el fuego sangrante de tu herida implacable
mi voz quema sus brazos
trepando hasta tus cimas.
Más no llega mi acento.
No hay lengua traspasada por el dolor que pueda
recompensar tu vida.
No hay voz para tu muerte
(quizá tu madre, acaso, llorando sea el poema,
que pide esta elegía).
Mas tu rostro insumiso
seguirá con nosotros.
Clamará en las campanas del corazón y un día
será tea en las cumbres del pensamiento indómito
muchacho azul, eterno laurel de la sonrisa.

No enterrarán tu nombre...
Arderá en mi palabra,
lo subiré a mis labios de la pena más viva,
escarbaré en el llanto
y hundido en sus raíces te subirá en sus hombros
mi voz al nuevo día.

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HOGAR IBÉRICO

España es una inmensa prisión
sembrada de penales y prisiones;
España es cual un solo corazón
que une en su latir a muchos corazones;
y esta unión resuelta y abnegada
es el arma potente y triunfadora
que impondrá la AMNISTÍA deseada
con su lucha viril y arrolladora.
¡Basta ya! Ha llegado el día
de que nuestra voz recorra el mundo
reclamando con ardor profundo
para nuestros presos la AMNISTÍA.

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