Dani Alcalà
LOS CABALLOS
Un caballo salvaje se encontró con uno domesticado y tuvieron una conversación:
- Oye, estoy harto de tener que ir a buscar comida cada día, tú eres afortunado y te la dan.
- ¡Tú si que eres afortunado, que puedes ir en busca de todas las yeguas que quieras!
En estas, salió de su casa el granjero y dijo:
- Os he estado escuchando, y creo que lo mejor es que cambiéis vuestro papel. A partir de hoy me quedo con el caballo salvaje mientras que a ti te libero.
- ¡No hombre, por Dios! - replicaron ambos caballos a la vez -. ¿Cómo íbamos a poder adaptarnos si ya somos adultos?
Moraleja: El miedo al cambio siempre encuentra buenas razones.
LA GALLINA Y EL RATÓN
Una gallina que estaba poniendo un huevo fue interrumpida por un ratón que pasaba por allí.
- Oye gallina, y si sólo tienes un agujero allá abajo, ¿cómo sabes si lo que sacas es caquita o es un huevo?
- Y tú, ratón - contestó la gallina-, si no tienes pico sino boca, ¿cómo sabes si lo que dices tiene sentido o es una tontería?
Moraleja: Lo que para unos es muy fácil de entender, para otros es incomprensible, y también pasa al contrario.
LOS DOS CONEJOS
Dos conejos se encontraban jugando y saltando cerca de su madriguera, cuando de repente se oyó un disparo a lo lejos.
- Vienen a por mí - dijo uno de ellos -.
- ¿A por ti?. No, ¡vienen a por mí!
Y salieron corriendo.
Moraleja: No te des tanta importancia, no eres el centro del universo.
EL ALCE, EL ÁRBOL Y LA ROCA
Estaba un alce afilando sus astas contra un árbol, cuando el árbol empezó a quejarse:
- Maldito alce, ¿por qué no te aprietas contra la roca?. Me estás haciendo daño y no puedo huir a ninguna parte. La roca por lo menos está muerta.
En estas que la roca alzó la voz:
- Árbol loco, no envíes tus males a los demás y resuelve tus problemas directamente con el alce. A mí tampoco me haría ninguna gracia que viniese a frotarse conmigo, y sí, quizá yo no sea un ser vivo, pero llevo aquí más años que todos vosotros juntos así que respetadme a mí también.
Moraleja: La naturaleza es un bien que hay que preservar, todo está ahí por algo.
DEJA QUE LOS DEMÁS HAGAN FOTOS...
Deja que los demás hagan fotos, que nosotros seremos el paisaje.
LA MOSCA Y LA HORMIGA
Una mosca que se encontraba dando vueltas en círculo en el centro de una habitación, se posó finalmente agotada en un mueble. Allí apareció una hormiga, que le dijo:
- Te he estado observando, y creo que malgastas tu energía inútilmente.
- No creas - contestó la mosca -, estaba atenta a posibles depredadores.
- Pues igual que yo, y sin cansarme - dijo la hormiga -. Desde donde estoy lo veo todo a mi alrededor, pues a mi espalda tan sólo hay una pared.
Moraleja: Optimiza tus esfuerzos, a veces se puede conseguir el mismo resultado de un modo más eficiente.
EL HOMBRE Y LA MADRIGUERA
Un hombre andaba con un palo por el monte con su novia. De repente vio una madriguera, y para hacerse el interesante dijo:
- Meteré el palo en ese agujero, ya verás como vemos algún conejo.
Y así, procedió con su maniobra. Al instante salió de la guarida una mofeta, que dejó ir sus pestilentes efluvios en la cara del insensato.
Moraleja: Si no sabes lo que estás haciendo, por lo menos sé prudente.
EL JABALÍ Y EL GATO
Estaba un jabalí buscando comida entre la basura, cuando de repente molestó a un gato, al confundirlo con una lata. El gato montó en cólera y le soltó un arañazo en un ojo. El jabalí, presa del pánico salió corriendo hacia donde estaban sus amigos.
- No os lo vais a creer - les dijo -. Hay latas asesinas.
Moraleja: No te creas todo lo que se cuenta.
LA PALOMA Y EL JOVEN
Una paloma, que caminaba por la barandilla de la terraza de un joven, se quedó quieta observando.
- ¡Eh! - gritó la paloma -. ¿Qué haces metido en este piso, que no sales en toda la tarde?
El joven, atónito, respondió a la paloma:
- ¿Y a ti qué te importa?. Estoy chateando y viendo la tele.
- Nada, nada - siguió la paloma -, a mí me da igual, pero yo de ti quitaría toda esta ropa del tendedero, porque está empezando a llover.
Moraleja: Que la tecnología no te abstraiga del mundo en el que vives.
LA PULGA Y EL PERRO
Estaba una pulga paseando por el lomo de un perro, y mientras tanto este se rascaba, intentando librarse de ella. En estas que la pulga se dirigió al perro:
- Oye perro, hagamos un trato. Sé que te estoy molestando y que te pica todo el cuerpo, pero al rascarte no me dejas descansar. Por el bien de ambos te propongo lo siguiente: no molestarte por el día, para que puedas dormir. A cambio tú no te rascas por la noche, y así me dejas descansar a mí.
- ¿Y por qué no lo hacemos al revés? - replicó el perro -. Tú me dejas dormir por la noche y yo te dejo dormir por el día.
La pulga pensó un instante y contestó:
- No, no, yo quiero poder dormir por la noche.
- ¡Pues yo también! - zanjó el perro -. Y siguió rascándose.
Ninguno de los dos cayó en la cuenta de que podrían haber acordado dormir ambos por la noche sin molestarse al estar en calma.
Moraleja: Piensa antes de hablar, ¡pero también después de haber hablado!
Desde el 31 hasta el 40 de un total de 54 obras de Dani Alcalà