Esopo  

EL LABRADOR Y LA CIGÜEÑA

Un Labrador colocó trampas en su terreno recién sembrado y capturó un número de grullas que venían a comerse las semillas. Pero entre ellas se encontraba una cigüeña, la cual se había fracturado una pata en la trampa y que insistentemente le rogaba al labrador le conservara la vida:

- Te ruego me liberes, amo – decía, - sólo por esta vez. Mi quebradura exaltará tu piedad, y además, yo no soy grulla, soy una cigüeña, un ave de excelente carácter, y soy muy buena hija. Mira también mis plumas, que no son son como las de esas grullas.

El labrador riéndose dijo:

- Será todo como lo dices, pero yo sólo sé esto:
Te capturé junto con estas ladronas, las grullas, y por lo tanto te corresponde morir junto con ellas.

Moraleja: Quien se asocia con el malvado, con él perece.

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EL PESCADOR Y EL PECECILLO

Un pescador, después de lanzar su red la mar, pescó solamente un pececillo. Suplicó éste al pescador que le dejara por el momento en gracia de su pequeñez:
- Cuando sea mayor, podrás pescarme de nuevo, y entonces seré para ti de más provecho -, propuso el pececillo.
- ¡Hombre —replicó el pescador—, bien tonto sería soltando la presa que tengo en la mano para contar con la presa futura, por grande que sea!.

Moraleja: Más vale una moneda en la mano, que un tesoro en el fondo del mar.

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MEJOR ES MORIR DE UNA VEZ...

Mejor es morir de una vez que estar siempre temiendo por la vida.

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EL PERRO Y LA LIEBRE

Un perro de caza atrapó un día a una liebre, y a ratos la mordía y a ratos le lamía el hocico. Cansada la liebre de esa cambiante actitud le dijo:
- ¡Deja ya de morderme o de besarme, para saber yo si eres mi amigo o si eres mi enemigo!

Moraleja: Sé siempre consistente en tus principios.

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EL BANDIDO Y LA MORERA

Un bandido que había asesinado a un hombre en un camino, al verse perseguido por los que allí se encontraban, abandonó a su víctima ensangrentada y huyó. Pero viéndole unos viajeros que venían en sentido contrario, le preguntaron por qué llevaba las manos tintas; a lo que respondió que acababa de descender de una morera. Entretanto llegaron sus perseguidores, se apoderaron de él y le colgaron en la morera. Y el árbol dijo:
-No me molesta servir para tu suplicio, puesto que eres tú quien ha cometido el crimen, limpiando en mí la sangre.

Moraleja: A menudo ocurre que personas bondadosas, al verse denigrados por los malvados, no tienen duda en mostrarse también malvados contra ellos.

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LA TORTUGA Y EL ÁGUILA

Una tortuga que se recreaba al sol, se quejaba a las aves marinas de su triste destino, y de que nadie le había querido enseñar a volar.
Un águila que paseaba a la deriva por ahí, oyó su lamento y le preguntó con qué le pagaba si ella la alzaba y la llevaba por los aires.
- Te daré – dijo – todas las riquezas del Mar Rojo.
- Entonces te enseñaré al volar – replicó el águila.
Y tomándola por los pies la llevó casi hasta las nubes, y soltándola de pronto, la dejó ir, cayendo la pobre tortuga en una soberbia montaña, haciéndose añicos su coraza. Al verse moribunda, la tortuga exclamó:
- Renegué de mi suerte natural. ¿Qué tengo yo que ver con vientos y nubes, cuando con dificultad apenas me muevo sobre la tierra?

Moraleja: Si fácilmente adquiriéramos todo lo que deseamos, fácilmente llegaríamos a la desgracia.

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LOS SACERDOTES DE CIBELES

Unos sacerdotes de Cibeles tenían un asno al que cargaban con sus bultos cuando se ponían en viaje. Un día por fatiga se murió el asno, y desollándolo, hicieron con su piel unos tambores, de los cuales se sirvieron. Habiéndoles encontrado otros sacerdotes de Cibeles, les preguntaron que dónde estaba su asno.
- Muerto - les dijeron -; pero recibe más golpes ahora que los que recibió en su vida.

Moraleja: Mucha gente dice haberse retirado de su hábito, pero no se da cuenta de que su hábito no se retiró nunca de él.

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ZEUS JUEZ

Decidió Zeus en pasados tiempos que Hermes grabase en conchas las faltas de los hombres, depositando estas conchas a su lado en un cofre para hacer justicia a cada uno. Pero las conchas se mezclan unas con otras, y unas que llegaron después que otras, pasan antes por manos de Zeus para sufrir sus justas sentencias.

Moraleja: Por eso no nos incomodemos cuando los malhechores no reciben pronto su merecido castigo. Tarde o temprano les llegará su turno.

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EL PERRO Y LA CORNEJA

Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
- ¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
- Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.

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LA BRUJA

Una bruja tenía como profesión vender encantamientos y fórmulas para aplacar la cólera de los dioses; no le faltaban clientes y ganaba de este modo ampliamente la vida. Pero fue acusada por ello de violar la ley, y, llevada ante los jueces, sus acusadores la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir del tribunal, un observador le dijo:
- Tú, bruja, que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿cómo no has podido persuadir a los hombres?

Moraleja: Nunca creas en los que prometen hacer maravillas en lo que no se ve, pero son incapaces de hacer cosas ordinarias.

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Desde el 231 hasta el 240 de un total de 294 obras de Esopo

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