Esopo  

LA MUJER INTRATABLE

Tenía un hombre una esposa siempre malhumorada con todas las gentes de su casa. Queriendo saber si sería de igual humor con los criados de su padre, la envió a casa de éste con un pretexto cualquiera.
De regreso después de unos días, le preguntó el marido cómo la habían tratado los criados en casa de su padre, y ella respondió:
- Los pastores y los boyeros sólo me miraban de reojo.
- Pues si tan mal te miraban, los que salen con los rebaños al despuntar el día y no vuelven hasta el empezar la noche, ¿cómo te mirarían todos aquellos con quienes pasabas el día entero?

Moraleja: Pequeños signos nos señalan grandes cosas, y débiles luces nos muestran secretos ocultos.

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EL ASTRÓNOMO

Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo.
Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre, que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
- ¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?

Moraleja: Está bien mirar y conocer a nuestro alrededor, pero antes hay que saber donde se está parado.

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EL GATO Y LAS RATAS

Había una casa invadida de ratas. Lo supo un gato y se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas. Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas, decidieron guardarse en sus agujeros.
No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una trampa para que salieran. Trepó a lo alto de una viga, y colgado de ella se hizo el muerto. Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:
- ¡Oye amiguito, aunque fueras un saco de harina, no me acercaría a ti!

Moraleja: Cuídate siempre de lo que te ofrecen los malvados aunque se te presente como muy lindo y atrayente.

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EL OSO Y LA ZORRA

Se jactaba un oso de amar a los hombres vivos por la razón de que no le gustaban los cadáveres. La zorra le replicó:
- ¡Quisieran los dioses que destrozaras a los muertos y no a los vivos!

Moraleja: Nunca pienses en destruir lo que es útil. Si quieres mejorar algo que funciona, tómalo como base inicial, sin dañarlo, y no como material de desecho.

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LAS ZORRAS, LAS ÁGUILAS Y LAS LIEBRES

Cierto día las águilas se declararon en guerra contra las liebres. Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a las zorras.
Pero ellas les contestaron:
- Las hubiéramos ayudado si no supiéramos quienes son ustedes y si tampoco supiéramos contra quienes luchan.

Moraleja: Antes de decidir unirte a una campaña, mide primero la capacidad de los posibles adversarios.

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EL LEÓN Y LA LIEBRE

Sorprendió un león a una liebre que dormía tranquilamente. Pero cuando estaba a punto de devorarla, vio pasar a un ciervo. Dejó entonces a la liebre por perseguir al ciervo.
Despertó la liebre ante los ruidos de la persecución, y no esperando más, emprendió su huída.
Mientras tanto el león, que no pudo dar alcance al ciervo, ya cansado, regresó a tomar la liebre y se encontró con que también había buscado su camino a salvo. Entonces se dijo el león:
- Bien me lo merezco, pues teniendo ya una presa en mis manos, la dejé para ir tras la esperanza de obtener una mayor.

Moraleja: Más vale pájaro en mano que cien volando.

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EL LEÓN, LA ZORRA Y EL LOBO

Cansado y viejo el rey león, se quedó enfermo en su cueva, y los demás animales, excepto la zorra, lo fueron a visitar.
Aprovechando la ocasión de la visita, acusó el lobo a la zorra expresando lo siguiente:
- Ella no tiene por nuestra alteza ningún respeto, y por eso ni siquiera se ha acercado a saludar o preguntar por su salud.
En ese preciso instante llegó la zorra, justo a tiempo para oír lo dicho por el lobo. Entonces el león, furioso al verla, lanzó un feroz grito contra la zorra; pero ella, pidió la palabra para justificarse, y dijo:
- Dime, de entre todas las visitas que aquí tenéis, ¿quién te ha dado tan especial servicio como el que he hecho yo, que busqué por todas partes médicos que con su sabiduría te recetaran un remedio ideal para curarte, encontrándolo por fin?
- ¿Y cuál es ese remedio?, dímelo inmediatamente. - Ordenó el león.
- Debes sacrificar a un lobo y ponerte su piel como abrigo - respondió la zorra -.
Inmediatamente el lobo fue condenado a muerte, y la zorra, riéndose exclamó:
- Al patrón no hay que llevarlo hacia el rencor, sino hacia la benevolencia.

Moraleja: Quien tiende trampas para los inocentes, es el primero en caer en ellas.

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EL PERRO, EL GALLO Y LA ZORRA

Cierta vez un perro y un gallo se unieron en sociedad para recorrer el mundo. Llegada una noche, el gallo subió a un árbol y el perro se recostó al pie del tronco. Y como era su costumbre, cantó el gallo antes del amanecer.
Oyó su canto una zorra y corrió hacia el sitio, parándose al pie del árbol. Le rogó que descendiera, pues deseaba besar a un animal que tenía tan exquisita voz.
Le replicó entonces el gallo que por favor, primero despertara al portero que estaba durmiendo al pie del árbol. Y entonces el perro, cuando la zorra buscaba como establecer conversación con el portero, le saltó encima descuartizándola.

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EL CAMELLO BAILARÍN

Obligado por su dueño a bailar, un camello comentó:
- ¡Que cosa! No sólo carezco de gracia andando, sino que bailando soy peor aun.

Moraleja: Usa siempre cada cosa para el propósito con el que fue creado.

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EL RATÓN CAMPESINO Y EL RATÓN CORTESANO

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
- ¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta.
Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla,
los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse. Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie.

Moraleja: Es tu decisión escoger el disponer de ciertos lujos y ventajas que siempre van unidos a congojas y zozobras, o vivir un poco más austeramente pero con más serenidad.

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Desde el 241 hasta el 250 de un total de 294 obras de Esopo

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