10 Poemas de Javier Heraud 

EL DESEO

Quisiera descansar
todo un año
y volver mis ojos
al mar,
y contemplar el río
crecer y crecer
como un cauce,
como una enorme
herida abierta
en mi pecho.
Levantarme,
sentarme,
recostarme en
las vertientes
o
en las orillas
de los mares,
recostarme en
las crecientes,
acomodarme
suavemente en
las aguas
o
en
los
manantiales.

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OTOÑO

En los ríos del otoño,
mi sangre, mi muertos,
mi amor, las hierbas caídas,
mis labios, las cicatrices
abiertas,
se fundirán como
una primavera,
se unirán como niños
jugando,
en el eterno renacer
de nuestros corazones.

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EPÍLOGO

Sólo soy
un hombre triste
que agota sus palabras

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EL RÍO

1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.

2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.

3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones.

4
Y es aquí cuando
más me precipito
Cuando puedo llegar
a
los corazones,
cuando puedo
cogerlos por la
sangre,
cuando puedo
mirarlos desde
adentro.
Y mi furia se
torna apacible,
y me vuelvo
árbol,
y me estanco
como un árbol,
y me silencio
como una piedra,
y callo como una
rosa sin espinas.

5
Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno de la
dicha. Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.

6
Yo soy el río que viaja en las riberas,
árbol o piedra seca
Yo soy el río que viaja en las orillas,
puerta o corazón abierto
Yo soy el río que viaja por los pastos,
flor o rosa cortada
Yo soy el río que viaja por las calles,
tierra o cielo mojado
Yo soy el río que viaja por los montes,
roca o sal quemada
Yo soy el río que viaja por las casas,
mesa o silla colgada
Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
árbol fruta
rosa piedra
mesa corazón
corazón y puerta
retornados.

7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los
hombres,
que canta ante sus
tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.

8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidados,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río
ya voy por las praderas,
hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.

9
Llegará la hora
en que tendré que
desembocar en los
océanos,
que mezclar mis
aguas limpias con sus
aguas turbias,
que tendré que
silenciar mi canto
luminoso,
que tendré que acallar
mis gritos furiosos al
alba de todos los días,
que clarear mis ojos
con el mar.
El día llegará,
y en los mares inmensos
no veré más mis campos
fértiles,
no veré mis árboles
verdes,
mi viento cercano,
mi cielo claro,
mi lago oscuro,
mi sol,
mis nubes,
ni veré nada,
nada,
únicamente el
cielo azul,
inmenso,
y
todo se disolverá en
una llanura de agua,
en donde un canto o un poema más
sólo serán ríos pequeños que bajan,
ríos caudalosos que bajan a juntarse
en mis nuevas aguas luminosas,
en mis nuevas
aguas
apagadas.

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UNA PIEDRA

Piedra fría,
solenme piedra
¡si pudieras hablar
en mi costado,
si pudieras cantar en
tu vertiente!
Si desembocaras en un
ancho río,
Y trajeras la paz al
mundo entero,
al cantarte en tus
aguas destiladas,
alma serías en mi
frente oscura,
brazo serías
de mi antigua
cabellera.

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SOLO

En las montañas o el mar
sentirme solo, aire, viento,
árbol, cosecha estéril.
Sonrisa, rostro, cielo y
silencio, en el Sur, o en
el Este, o en el nacimiento
de un nuevo río.
Lluvia, viento, frío
y azota.
Costa, relámpago, esperanza,
en las montañas o en el
mar.
Solo, solo,
sólo tu sola risa,
sólo mi solo espíritu,
solo
mi soledad
y
su
silencio.

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PALABRA DE GUERRILLERO

Porque mi patria es hermosa
corno una espada en el aire,
y más grande ahora y aun
más hermosa todavía,
yo hablo y la defiendo
con mi vida.
No me importa lo que digan
los traidores,
hemos cerrado el pasado
con gruesas lágrimas de acero.
El cielo es nuestro,
nuestro el pan de cada día,
hemos sembrado y cosechado
el trigo y la tierra,
y el trigo y la tierra
son nuestros,
y para siempre nos pertenecen
el mar
las montañas y los pájaros.

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INVIERNO

Agosto ha pasado ya.
Duras primaveras
acosan mis olvidados
recuerdos.
(Las cicatrices
del tiempo y del olvido,
lo cicatrices del odio
y el amor,
las llanuras de sangre
abiertas con la mano,
los campos desolados
por la sed y el amor).

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VERANO

Redoblados soplos del amor
sacuden el corazón y los ojos.
(Es la luz de la vida y
de los días. Es el castigo de la
muerte y de las noches).
Recojo y siembro las semillas
del amor;
camino entre noches
oscurecidas por
el vino,
pregunto a la tierra
y a los montes,
arranco montañas
de odios y tumultos:
¿Qué son las tardes
al lado de la paz,
qué son los montes
al lado de los sueños,
qué son los ríos
a lado de las lágrimas,
qué son una sonrisa,
un llanto,
un estremecimiento,
un
rostro,
una
mano
si día a día
mueren
las hierbas
en los campos,
si día a día
caen en sus
noches
los árboles
del amor y
del silencio?

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PRIMAVERA

Es la hora de la sangre
y del clamor.
ahí donde vibraban
los viejos clarines,
allí donde sonaban
los viejos sonetos,
vibran y suenan
los días oscuros
del tiempo y del amor.
Los muertos esperan
felices los truenos
pacientes,
y los ríos congelados
aguardan la llegada
del verano.
Verano, viejo sólido,
nada podrás contra
la ardiente tiranía
de la primavera.

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