11 Poemas de Tirso de Molina 

AL MOLINO DEL AMOR

Al molino del amor
alegre la niña va
a moler sus esperanzas;
quiera Dios que vuelva en paz;
en la rueda de los celos
el amor muele su pan,
que desmenuzan la harina,
y la sacan candeal.
Río con sus pensamientos,
que unos vienen y otros van,
y apenas llego a la orilla,
cuando ansí escucho cantar:
Borbollicos hacen las aguas
cuando ven a mi bien pasar;
cantan, brinca, bullen, corren
entre conchas de coral;
y los pájaros dejan sus nidos,
y en las ramas del arrayán
vuelan, cruzan, saltan, pican
toronjil, murta y azahar.

Los bueyes de las sospechas
el río agotando van;
que donde ellas se confirman,
pocas esperanzas hay;
y viendo que a falta de agua
parado el molino está,
desta suerte le pregunta
la niña que empieza a amar:

-Molinico, ¿por qué no mueles?

-Porque me beben el agua los bueyes.

Vió el amor lleno de harina
moliendo la libertad
de las almas que atormenta,
y ansí le cantó al llegar:

-Molinero sois, amor,
y sois moledor.

-Sí lo soy, apártense,
que le enharinaré.

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LOS AMANTES DE TERUEL (FRAGMENTO)

MARSILLA
Mucho para luego.
Déjame hacer la cuenta, el mismo día
de la Cruz a las cinco de la tarde
marchó de Teruel mi compañía,
haciendo de mi honor vistoso alarde;
hoy son siete de mayo, y si a la fría
noche de mi temor madre cobarde,
dos horas más pasado el plazo llego.


LAÍN
¿Qué son dos horas?

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QUE EL CLAVEL Y LA ROSA

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

El clavel, lindo en color,
y la rosa todo amor;
el jazmín de honesto olor,
la azucena religiosa,
¿Cuál es la más hermosa?

La violeta enamorada,
la retama encaramada,
la madreselva mezclada,
la flor de lino celosa.
¿Cuál es la más hermosa?

Que el clavel y la rosa,
¿cuál era más hermosa?

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SEGADORES, AFUERA, AFUERA

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Quién espiga se tornara
y costara lo que costara
porque en sus manos gozara
los rosas que hacen su cara
por agosto primavera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Si en las manos que bendigo
fuera yo espiga de trigo,
que me hiciera harina digo
y luego torta o bodigo
porque después me comiera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

Si yo me viera en sus manos
perlas volviera los granos,
porque en anillos galanos
en sus dedos soberanos
eternamente anduviera.

Segadores, afuera, afuera,
dejen llegar a la espigaderuela.

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YO OS PROMETÍ, MI LIBERTAD QUERIDA

Yo os prometí mi libertad querida,
no cautivaros más, ni daros pena;
pero promesa en potestad ajena,
¿cómo puede obligar a ser cumplida?

Quien promete no amar toda la vida
Y en la ocasión la voluntad enfrena,
saque el agua del mar, sume su arena,
los vientos pare, lo infinito mida.

Hasta ahora con noble resistencia
las plumas corto a leves pensamientos
por más que la ocasión su vuelo ampare.

Pupila soy de amor; sin su licencia
no pueden obligarme juramentos.
Perdonad, voluntad, si los quebrare.

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EN LA PRISIÓN DE UNOS HIERROS

En la prisión de unos hierros,
lloraba la tortolilla...

Reciprocando requiebros
en el nido de una viña,
fertilidad le promete
de amor su cosecha opima.

Nunca nacieran los celos
que amores esterilizan,
corazones desenlazan
y esperanzas descaminan.

Perdió la tórtola amante
a manos de la malicia,
epitalamios consortes.
¡Ay, de quién los desperdicia!

Como era el águila reina
(mejor la llamara arpía),
cuando ejecute crueldades,
¿quién osará resistirlas?

¿Qué importan las amenazas
del águila ejecutiva,
si ya el león coronado
venganzas contra ella intima?

Humillará su soberbia,
caerá el águila atrevida,
siendo presa a los voraces
lebreles que la dividan.

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TRIUNFO DEL AMOR

Fuga

Hagan plaza, den entrada,
que viene triunfando Amor
de una batalla mortal
en que ha sido vencedor.


Romance

Una soberbia hermosura
armas contra Amor previene,
por huir del dulce yugo
que ha domado tantas frentes.

Con los rayos de sus ojos
al sol venció muchas veces,
y con victorias tan grandes
bien pudo desvanecerse.

Y viendo al Amor desnudo
persuadióse fácilmente
que de los más flacos bríos
no pudiera defenderse.

Que no es posible que haya
en denudez tan patente
herida que al tierno niño
dolor o sangre no cueste.

Tuvo por vanas sus flechas,
que como es ciego parece
que sólo del aire vago
serán cometas lucientes.

Pues una vez que le hirieron
fue tan sin riesgo, que en breve
aun no quedó en la memoria
señal que la herida acuerde.

Presentóle la batalla,
mas con halago valiente
el niño dios resistía
sin amenazas crueles.

Y en vez de bronces bastardos
hace que en su campo suene
dulce voz, que la victoria
le previno desta suerte:

Desarmado y ciego, Amor
vencerá mejor.

Corrióse de su arrogancia
la hermosísima rebelde
y al honor pone en el campo
que le venza y atropelle.

¡Qué dura fue la batalla!
Mas el honor tuvo siempre
la desdicha de inclinarse,
y un niño entonces le vence.

Retirándose el recato,
más que cobarde, prudente
lidiaba, pero no pudo
en una ocasión valerse.

Acometiéronle juntos
una tropa de desdenes,
mas del honor rebatidos
unos huyen y otros mueren.

Ya está cerca de rendida
la bella airada, ya teme,
ya se defiende sin brío,
mas con todo se defiende.

Su entendimiento animoso
al duro combate viene,
mas cegóse con el humo
del fuego que Amor enciende.

Del respecto acompañada
la libertad te acomete.
Vino Amor con ella a brazos
y rindiósele obediente.

Vencida llora la ingrata
y sobre una alfombra verde
vertió por lágrimas perlas,
pero dulcísimamente.

Con tan preciosa victoria,
Amor ufano y alegre
manda que en dulce armonía
su gloria y triunfo celebren:

Desarmado y ciego, Amor
vencerá mejor.

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COPLAS

De no hallar en mis amores
el número de mi mesa
sabe Dios cuánto me pesa.

Cuéstame hartos desvelos
celos bastardos, mal nacidos celos.

No soy carne ni pescado,
y aunque mi sazón es corta
sé muy bien lo que me importa.

Mi gusto aprendió en Toscana,
pues hallo el arte de amar
en el tropo variar.

Peor que el diablo soy si me resuelvo,
pues a puerta cerrada aún no me vuelvo.

Cúpome el número sexto,
mas yo he sido tan fiel
que jamás me acusé de él.

Puesto que no hay más que ver
en lo que llego a mirar,
aún hay más que desear.

Para la flecha de amor,
aunque aguda y penetrante,
tengo el pecho de diamante.

Aunque en orden a limpieza
todos dirán en mi abono
mejor cuelo que jabono.

No lloréis, ojos hermosos,
no lloréis.
Podrá ser que os engañéis.

Sin pundonor, sin melindres,
sin desdenes, vengo a ser
don calla a más no poder.

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EL CELOSO PRUDENTE (FRAGMENTO)

A tan segura firmeza,
tan nunca visto valor,
tan no esperada grandeza,
¿qué mucho triunfe tu amor
de la mudanza y pobreza?
Sólo Sigismundo es
quien nombre puede adquirir
de amante firme y cortés
que el hacer junta al decir
y da afrenta al interés.
Ya por él perfeto queda
el amor, a quien obliga
a que estimarse en más pueda,
que estaba lleno de liga
como la baja moneda
y en el fuego del valor
con que su fama acredito
sabe apartar del amor
la mezcla del apetito
para acendrarle mejor.
A amar tu pobreza vino,
quilatando su decoro;
que amor desnudo y divino
cuanto está más limpio de oro,
tanto es más perfeto y fino.
Injuria, hermana, me has hecho
el tiempo que no me has dado
cuenta de tu honra y provecho.

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A LAS NIÑAS DE ALCORCÓN

A las niñas de Alcorcón
le cantaba Paracuellos,
mientras se juntan al bayle
debaxo el olmo, estos versos:

Fuérame yo por la puente,
que lo es, sin encantamiento,
en diziembre, de Madrid,
y en agosto, de Ríoseco.

La que haziéndose ojos toda
por ver su amante pigmeo
se quexa dél porque ingrato
le da con la arena en ellos.

La que la vez que se asoma
a mirar su rostro bello
es, a fuer de dama pobre,
en sólo un casco de espejo.

La pretina de jubón
que estando de ojetes lleno
cual pícaro, no trae más
que una cinta en los gregüescos.

Por esta puente de anillo
pasé un disanto, en efecto,
aunque pudiera a pie enjuto
vadear su mar Bermejo.

Reíme de ver su río,
y sobre los antepechos
de su puente titular
no sé si le dixe aquesto:

No os corráis, el Manzanares;
mas ¿cómo podréis correros,
si llegáis tan despeado
y de gota andáis enfermo?

Según arenas criáis,
y estáis ya caduco y viejo,
moriréis de mal de orina
como no os remedie el cielo.

Y en fe de aquesta verdad,
azadones veraniegos
abriendo en vos sepulturas
pronostican vuestro entierro.

Postilando vais vuestra agua,
y por esta causa creo
que con Jarama intentó
Filipo, datos comento.

No lo executó por ser
en daño de tantos pueblos,
mas como os vio tan quebrado
de piedra os puso el braguero.

Título de venerable
merecéis, aunque pequeño,
pues no es bien viéndoos tan calvo
que os perdamos el respeto.

Como Alcalá y Salamanca,
tenéis (y no sois Colegio)
vacaciones en verano
y curso sólo en invierno.

Mas, como estudiante floxo,
por andaros en floreos,
del Sotillo mil corrales
afrentan vuestros cuadernos...

Pero dexando las burlas
hablemos un rato en seso,
si no ya que os tienen loco
sequedades del cerebro:

¿cómo, decid, Manzanares,
tan poco medrado os vemos,
pretendiente en esta Corte
y en palacio lisonjero?

Un siglo y más ha que andáis,
hipócrita y macilento,
saliendo al paso a los reyes,
que tienen gusto de veros.

Alegar podéis servicios;
díganlo los que habéis hecho
en esa Casa del Campo,
sus laberintos y enredos.

Su Troya burlesca os llama
hombre sutil y de ingenio,
sin que su artificio envidie
los del Tajo y su Juanelo.

En azafates de mayo
presentáis a vuestro dueño
flores pancayas que en frutas
convierte después el tiempo.

¿Qué es la causa, pues, mi río,
que tantos años sirviendo
no os den siquiera un estado
que os pague en agua alimentos?

Filipo os quiso hacer grande
después de haberos cubierto
delante de él con la puente,
y él mismo os puso el sombrero.

Pedidle al Cuarto mercedes,
que otros han servido menos
y gozan ya más estados
que cuatro pozos manchegos.

No soy (diréis) ambicioso;
mas a fe, aunque os lo confieso,
que andáis siempre murmurando
por más que os llamen risueño.

¡Ánimo, cobarde río,
quebrantad vuestro destierro,
y pues rondáis a Palacio
entraos una noche dentro!

Fuentes tenéis que imitar,
que han ganado con sus cuerpos
(como damas cortesanas)
sitios en Madrid soberbios.

Adornadas de oro y piedras,
visitan plazas y templos,
y ya son dos escribanos,
¡que aquí hasta el agua anda en pleitos!

No sé yo por qué se entonan,
que no ha mucho que se vieron
por las calles de Madrid
a la vergüenza, en jumentos.

Más dixera, a no llegar
con dos cargas de pucheros
Bertol, y ansí por los propios
dexo cuidados ajenos.

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