Esopo
EL CABALLO VIEJO
Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la piedra, exclamó sollozando:
- ¡Después de las vueltas de las carreras, he aquí a que vueltas me he reducido!
Moraleja: No presumas de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo muy penoso.
LAS LIEBRES Y LOS LEONES
Las liebres arengaban en la asamblea y argüían que todos deberían ser iguales. Los leones entonces replicaron:
- Sus palabras, señoras liebres, son buenas, pero carecen de garras y colmillos como los que tenemos nosotros.
Moraleja: Acepta que todos tenemos diferentes cualidades para diferentes circunstancias.
EL LEÓN Y EL BOYERO
Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus sacrificarle un cabrito si descrubría quien se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león comiéndose al ternero. Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
- ¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte un cabrito si encontraba al ladrón; pero ahora te prometo sacrificar un toro si consigo no caer en las garras del ladrón!
Moraleja: Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez puede convertirse en el siguiente problema.
EL SOL Y LAS RANAS
Llegó el verano y se celebraban las bodas del Sol. Se regocijaban todos los animales de aquel acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:
- ¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?
Moraleja: Antes de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras posibles consecuencias.
EL NOGAL
Un nogal que había crecido al pie de un camino y al cual los caminantes herían a pedradas para tomar sus frutos, dijo para sí suspirando:
- ¡Infeliz de mí que por mi bondad todos los años me atraigo injurias y dolores!
Moraleja: Hay quienes pagan con mal hasta los mejores bienes recibidos. Seamos siempre agradecidos y no causemos daño.
EL CAZADOR Y EL PESCADOR
Regresaba un cazador con sus perros y su producto, cuando topó con un pescador que también regresaba de su pesca, ambos con sus cestas llenas. Deseó el cazador tener los peces, y el dueño de los peces, las carnes. Pronto convinieron en intercambiarse las cestas. Los dos quedaron tan complacidos de su trato que durante mucho tiempo lo siguieron haciendo día a día.
Finalmente un vecino les aconsejó:
- Si siguen así, llegará el momento en por tan frecuente intercambio, arruinarán el placer de ello, y cada uno deseará quedarse solamente con lo que obtuvo.
Moraleja: Varía y alterna tus actividades para disfrutar mejor.
LA LANGOSTA DE MAR Y SU MADRE
- No andes atravesada y no roces tus costados contra la roca mojada, - decía una langosta marina a su hija -.
- Madre, - repuso ésta,- tú, que quieres instruirme, camina derecha y yo te miraré y te imitaré.
Moraleja: Antes de dar un consejo con tu palabra, primero dalo con tu ejemplo.
DOS HOMBRES DISPUTANDO ACERCA DE LOS DIOSES
Se encontraban disputando dos hombres sobre cuál de los dioses, Hércules o Teseo era el más grande.
Pero los dioses, irritados contra ellos, se vengaron cada uno en el país del otro.
Moraleja: Cuando los inferiores disputan sobre sus superiores, no tardarán éstos en reaccionar contra ellos.
EL CAMELLO QUE ESTERCOLÓ EN EL RÍO
Atravesaba un camello un río de aguas rápidas. Sintió la necesidad de estercolar, y viendo enseguida que pasaba delante de él su excremento, arrastrado por el río, exclamó:
- ¿Cómo sucede esto? ¡Lo que estaba detrás de mí, ahora lo veo pasar adelante!
Moraleja: Es como en algunos estados o empresas, donde los incapaces y los corruptos pasan a ocupar los primeros lugares, en lugar de los más sensatos, honestos y capaces. Si llegas a tener puestos de mando, promueve siempre a los mejores.
EL LABRADOR Y LA VÍBORA
Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora helada de frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó en su pecho. Reanimada por el calor, la víbora, recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose morir, exclamó:
- ¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!
Moraleja: No te confíes del malvado, creyendo que haciéndole un favor vas a cambiarle su naturaleza.
Desde el 111 hasta el 120 de un total de 294 obras de Esopo