Esopo
LOS CARACOLES
Un joven se encontraba braseando unos caracoles. Al oír cómo crepitaban, exclamó:
- Menudos bichejos, tienen sus hogares en llamas ¡y todavía cantan!
Moraleja: Hacer burla mientras infringes dolor, es daño doble.
LA ZORRA Y EL PERRO
Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:
- ¿Qué estás haciendo?
- Le acaricio y juego con él - contestó con cara de inocencia.
- ¡ Pues suéltalo enseguida, si no quieres conocer mis mejores caricias!
Moraleja: Al que no está preparado lo delatan sus actos. Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.
LA ZORRA CON EL RABO CORTADO
Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles que la cola no sólo era un feo agregado, sino además una carga sin razón.
Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:
- Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora, ¿ nos darías en realidad este consejo?
Moraleja: Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer realmente un bien.
LA ZORRA Y EL HOMBRE LABRADOR
Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños ocasionalmente.
Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.
Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre. Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.
Moraleja: Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.
LOS LOBOS RECONCILIÁNDOSE CON LOS PERROS
Llamaron los lobos a los perros y les dijeron:
- Oigan, siendo ustedes y nosotros tan semejantes, ¿por qué no nos entendemos como hermanos, en vez de pelearnos? Lo único que tenemos diferente es cómo vivimos. Nosotros somos libres; en cambio ustedes sumisos y sometidos en todo a los hombres: aguantan sus golpes, soportan los collares y les guardan los rebaños. Cuando sus amos comen, a ustedes sólo les dejan los huesos. Les proponemos lo siguiente: dennos los rebaños y los pondremos en común para hartarnos.
Creyeron los perros las palabras de los lobos traicionando a sus amos, y los lobos, ingresando en los corrales, lo primero que hicieron fue matar a los perros.
Moraleja: Nunca des la espalda o traiciones a quien verdaderamente te brinda ayuda y confía en ti.
EL LOBO Y EL CABALLO
Pasaba un lobo por un sembrado de cebada, pero como no era comida de su gusto, la dejó y siguió su camino. Encontró al rato a un caballo y le llevó al campo, comentándole la gran cantidad de cebada que había hallado, pero que en vez de comérsela él, mejor se la había dejado porque le agradaba más oír el ruido de sus dientes al masticarla. Pero el caballo le repuso:
- ¡Amigo, si los lobos comieran cebada, no hubieras preferido complacer a tus oídos sino a tu estómago!
Moraleja: A todo malvado, aunque parezca actuar como bueno, no debe de creérsele.
EL PERRO DE PELEA Y LOS PERROS SENCILLOS
Un perro había sido muy bien alimentado en una casa y fue adiestrado para luchar contra las fieras. Un día, al ver un gran número de ellas colocadas en fila, rompió el collar que le sujetaba y rápidamente echó a correr por las calles del pueblo. Lo vieron pasar otros perros, y viendo que era fuerte como un toro, le preguntaron:
- ¿ Por qué corres de esa manera?
- Sé que vivo en la abundancia, sin hambres, con mi estómago siempre satisfecho, pero también siempre estoy cerca de la muerte combatiendo a esos osos y leones - respondió -.
Entonces los otros perros comentaron:
- Nuestra vida es en verdad pobre, pero más bella, sin tener que pensar en combatir con leones ni osos.
Moraleja: Las grandes ganancias, siempre van acompañadas de grandes riesgos.
EL CUERVO Y LA CULEBRA
Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y la mordió. El cuervo viéndose morir dijo:
- ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!
Moraleja: Antes de querer poseer algún bien, primero hay que valorar si su costo vale la pena.
LA CABRA Y EL ASNO
Una cabra y un asno comían al mismo tiempo en el establo. La cabra empezó a envidiar al asno porque creía que él estaba mejor alimentado, y le dijo:
- Entre la noria y la carga, tu vida sí que es un tormento inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un foso para que te den unas vacaciones.
Tomó el asno el consejo, y dejándose caer se lastimó todo el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la cabra y así curar al asno.
Moraleja: En todo plan de maldad, la víctima principal siempre es su propio creador.
EL MILANO QUE QUISO RELINCHAR
Tuvo antiguamente el milano otra voz, una voz penetrante. Pero oyó un día a un caballo relinchar admirablemente, y lo quiso imitar. Pero a pesar de todos sus intentos, no logró adoptar exactamente la voz del caballo y perdió además su propia voz.
Así, quedó sin la voz del caballo y sin su voz antigua.
Moraleja: Nunca te dispongas a imitar las cualidades ajenas si no tienes la preparación y condiciones adecuadas para hacerlo, so pena de quedar como un vulgar y fracasado envidioso.
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