Esopo  

EL ASNO Y LA PERRITA FALDERA

Un granjero fue un día a sus establos a revisar sus bestias de carga: entre ellas se encontraba su asno favorito, el cual siempre estaba bien alimentado y era quien cargaba a su amo. Junto con el granjero venía también su perrita faldera, la cual bailaba a su alrededor, lamía su mano y saltaba alegremente lo mejor que podía. El granjero revisó su bolso
y dio a su perrita un delicioso bocado, y se sentó a dar ordenes a sus empleados. La perrita entonces saltó al regazo de su amo y se quedó ahí, parpadeando sus ojos mientras el amo le acariciaba sus orejas.
El asno celoso de ver aquello, se soltó de su jáquima y comenzó a pararse en dos patas tratando de imitar el baile de la perrita. El amo no podía aguantar la risa, y el asno arrimándose a él, puso sus patas sobre los hombros del granjero intentando subirse a su regazo.
Los empleados del granjero corrieron inmediatamente con palos y horcas, enseñándole al asno que las toscas actuaciones no son cosa de broma.

Moraleja: No nos dejemos llevar del mal consejo que siempre dan los injustificados celos. Sepamos apreciar los valores de los demás.

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LA MOSCA

Cayó una mosca en una olla llena de carne. A punto de ahogarse en la salsa, exclamó para sí misma:
- Comí, bebí y me bañé; puede venir la muerte, no me importa ahora.

Moraleja: Al irresponsable no le importa el fracaso si su llegada a él le depara buenos momentos.

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LA HORMIGA

Dice una leyenda que la hormiga actual era en otros tiempos un hombre que, consagrado a los trabajos de la agricultura, no se contentaba con el producto de su propio esfuerzo, sino que miraba con envidia el producto ajeno y robaba los frutos a sus vecinos.
Indignado Zeus por la avaricia de este hombre, le transformó en hormiga.
Pero aunque cambió de forma, no le cambió el carácter, pues aún hoy día recorre los campos, recoge el trigo y la cebada ajenas y los guarda para su uso.

Moraleja: Aunque a los malvados se les castigue severamente, difícilmente cambian su naturaleza desviada.

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LA LÁMPARA

Borracha de aceite una lámpara y lanzando una luz poderosa, se jactaba de ser más brillante que el sol. Pero en eso sopló un fuerte
viento y se apagó enseguida. Alguien volvió a encenderla y le dijo:
- Ilumina, lámpara, pero cállate: el resplandor de los astros nunca se eclipsa tan fácilmente como el tuyo.

Moraleja: Nunca nos jactemos como si nos perteneciera, de aquello que no depende de nosotros.

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LA MUJER Y LA GALLINA

Una mujer viuda tenía una gallina que le ponía un huevo todos los días.
Pensó que si le daba más cebada pondría dos huevos, y aumentó su ración.
Pero la gallina engordó y ya no pudo poner ni una vez al día.

Moraleja: Si sin control ni sabiduría fuerzas lo que ya te está sirviendo para que te dé más, sólo obtendrás que perderás lo que ya tienes.

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EL ESTÓMAGO Y LOS PIES

El estómago y los pies discutían sobre su fuerza.
Los pies repetían a cada momento que su fuerza era de tal modo superior, que incluso llevaban al estómago. A lo que éste respondió:
- Amigos míos, si yo no les diera el alimento, no me podrían llevar.

Moraleja: Veamos siempre con atención dónde se inicia realmente la cadena de sucesos. Demos el mérito a quien realmente es la base de lo que juzgamos.

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LOS VIANDANTES Y EL HACHA

Caminaban dos hombres en compañía. Habiendo encontrado uno de ellos un hacha, dijo:
- He encontrado un hacha.
- No digas -repuso el otro- "he encontrado", sino: "hemos encontrado".
Instantes después fueron alcanzados por el hombre que había perdido el hacha; y el que la llevaba, al verse perdido, dijo a su compañero:
- Estamos perdidos.
- No digas -replicó éste- "estamos perdidos", sino: "estoy perdido", porque cuando encontraste el hacha no me has admitido como parte en tu hallazgo.

Moraleja: Si no estamos dispuestos a compartir nuestros éxitos, tampoco esperemos que nos soporten en la desgracia.

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EL EMBUSTERO

Un hombre enfermo y de escasos recursos prometió a los dioses sacrificarles cien bueyes si le salvaban de la muerte.
Queriendo probar al enfermo, los dioses le ayudaron a recobrar rápidamente la salud, y el hombre se levantó del lecho. Mas como no poseía los cien bueyes comprometidos, los modeló con sebo y los llevó a sacrificar a un altar, diciendo:
- ¡Aquí tienen, oh dioses, mi ofrenda!
Los dioses decidieron también burlarse entonces a su vez del embustero, y le enviaron un sueño que le instaba a dirigirse a la orilla del mar, donde inmediatamente encontraría mil monedas de plata.
No pudiendo contener su alegría, el hombre corrió a la playa, pero allí cayó en manos de unos piratas que luego lo vendieron. Y fue así como encontró las mil monedas de plata.

Moraleja: Quien trata de engañar, al final termina engañado.

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EL FANFARRÓN

Un atleta, que era muy conocido de sus conciudadanos por su debilidad, partió un día para tierras lejanas.
Volvió después de algún tiempo, anunciando que había llevado a cabo grandes proezas en distintos países; contaba con especial esmero haber hecho en Rodas un salto que nunca antes ninguno de los atletas coronados en los juegos olímpicos había sido capaz de realizar, agregando además que presentaría los testigos de su hazaña si algunos de los que allí se hallaban presentes venían alguna vez a su tierra.
Uno de los oyentes tomó la palabra y dijo:
- Oye, amigo: si eso es cierto, no necesitamos testigos; esto es Rodas, da el salto y muéstralo.

Moraleja: Si no puedes probar con los hechos lo que dices, no estás diciendo nada.

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EL PLUMAJE DE LA GOLONDRINA Y EL CUERVO

La golondrina y el cuervo discutían acerca de su plumaje.
El cuervo terminó la discusión alegando:
- Tus plumas serán muy bonitas en el verano, pero las mías me cobijan contra el invierno.

Moraleja: Lo que sólo sirve para presumir, no es valioso en realidad.

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