Ramón de Campoamor
Y ES QUE EN EL MUNDO TRAIDOR
Y es que en el mundo traidor
nada hay verdad ni mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira.
MURIÓ POR TI
Murió por ti; su entierro al otro día
pasar desde el balcón juntos miramos,
y, espantados tal vez de tu falsía,
en tu alcoba los dos nos refugiamos.
Cerrabas con terror los ojos bellos;
el requiescat se oía. Al verte triste,
yo la trenza besé de tus cabellos,
y--¡Traición! ¡Sacrilegio!—me dijiste.
Seguía el de profundis, y gemimos...
El muerto y el terror fueron pasando...
y al ver luego la luz cuando salimos,
--¡Que vergüenza!—exclamaste suspirando.
Decías la verdad. ¡Aquel entierro!...
¡El beso aquel sobre la negra trenza!...
¡Después la oscuridad de aquel encierro!...
¡Sacrilegio! ¡Traición! ¡Miedo! ¡Vergüenza!
AMOR Y GLORIA
¡Sobre arena y sobre viento
lo ha fundado el cielo todo!
Lo mismo el mundo del lodo
que el mundo del sentimiento.
De amor y gloria el cimiento
sólo aire y arena son.
¡Torres con que la ilusión
mundo y corazones llena;
las del mundo sois arena,
y aire las del corazón!
LA OPINIÓN
¡Pobre Carolina mía,
nunca la podré olvidar!
Ved lo que el mundo decía
viendo el féretro pasar:
Un clérigo: ¡Empiece el canto!
El doctor: ¡Cesó de sufrir!
El padre: ¡Me ahoga el llanto!
La madre: ¡Quiero morir!
Un muchacho: ¡Qué adornada!
Un joven: ¡Era muy bella!
Una moza: ¡Desgraciada!
Una vieja: ¡Feliz ella!
¡Duerme en paz! -dicen los buenos-.
Un filósofo: ¡Uno menos!
Un poeta: ¡Un ángel más!
EL AMAR Y EL QUERER
A la infiel más infiel de las hermosas
un hombre la quería y yo la amaba;
y ella a un tiempo a los dos nos encantaba
con la miel de sus frases engañosas.
Mientras él, con sus flores venenosas,
queriéndola, su aliento emponzoñaba,
yo de ella ante los pies, que idolatraba,
acabadas de abrir echaba rosas.
De su favor ya en vano el aire arrecia;
mintió a los dos, y sufrirá el castigo
que uno le da por vil, y otro por necia.
No hallará paz con él, ni bien conmigo
él, que sólo la quiso, la desprecia;
yo, que tanto la amaba, la maldigo.
A RUBÉN DARÍO
A ese del cabello oscuro,
como la nocturna bruma,
púsole Dios en la pluma,
luz de sideral destello.
Cuando de su canto bello nos llega la sensación
se oyen mezcladas al son de las guslas orientales
los sonidos tropicales
de las selvas de Colón.
LAS HIJAS...
Las hijas de las madres que amé tanto
me besan ya como se besa a un santo.
ES TODAVÍA MÁS ESPANTOSA LA SOLEDAD...
Es todavía más espantosa la soledad de dos en compañía.
HUMORADA
Háblame más... y más..., que tus acentos
me saquen de este abismo;
el día en que no salga de mí mismo,
se me van a comer los pensamientos.
PARA ABLANDAR LO DURO DEL DESTINO...
Para ablandar lo duro del destino ha dado Dios a la mujer el llanto, que es lo que hay en lo humano de divino.
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