10 Poemas de Paul Celan 

ESA ÚNICA...

Esa única
noche
de estrellas
propias.

Enhebrada de aliento de cenizas
hora va, hora viene,
por el sombreado de los párpados
de ojos cerrados de sueño,
reafilados
en almas
finas como flechas,
enmudecidas en la plática
con tartaleantes
carcajes con barbas
de algas aéreas.

Una colma
concha de luz pasa
por una conciencia.

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CRISTAL

No busques en mis labios tu boca,
ni en la puerta al extraño,
ni en el ojo la lágrima.

Siete noches más arriba
pasa el rojo hacia el púrpura,
siete corazones más adentro
insiste la mano en la puerta,
siete rosas más tarde
se escucha el rumor de la cisterna.

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DE OSCURIDAD EN OSCURIDAD

Abriste los ojos -Veo vivir mi oscuridad.
La veo hasta el fondo:
aún allí es mía y vive.

¿Traslada como tal a la otra orilla? ¿Se despierta al hacerlo?
¿De quién es esta luz que sigue mi paso,
para que apareciera un barquero?

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ASÍS

Noches de Umbría.
Noches de Umbría con la plata del címbalo y de las hojas del olivo.
Noches de Umbría con el canto que hasta aquí trajiste.
Noches de Umbría con el canto.

Mudo cuanto ascendió a la vida, mudo.
Desocupa y vuelve a llenar los cántaros.

Cántaro de barro.
Cántaro de barro con el que creció la mano del alfarero.
Cántaro de barro que cerró para siempre la mano de una sombra.
Cántaro de barro con el sello de la sombra.

Cantos por doquier, cantos.
Deja que entre el borrico.

Borriquillo.
Borriquillo en la nieve que esparce la mano más desnuda.
Borriquillo ante el verbo que se cerró de golpe.
Borriquillo que come el sueño de la mano.

Brillo que a consolar no alcanza, brillo.
Los muertos, los muertos aún mendigan, Francisco.

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COAGULA

También tu
herida, rosa.

Y la astada luz
de tus búfalos rumanos
en lugar de una estrella
sobre el lecho de arena,
en el émbolo que habla,
el superrojoceniciento.

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ELOGIO DE LA LEJANÍA

En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores de la mar del extravío.
En la fuente de tus ojos
el mar cumple su promesa.
Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
mi ropa y el esplendor de un juramento:

Más negro en lo negro, más desnudo voy.
Sólo infidente soy fiel.
Yo soy tú si yo soy yo.

En la fuente de tus ojos
desvarar suelo y sueño un rapto.

Una red prendió una red:
nos separamos enlazados.

En la fuente de tus ojos
un ahorcado estrangula la soga.

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CORONA

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.

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FUGA DE MUERTE

Leche negra del alba la bebemos de tarde
la bebemos de ocaso y de mañana la bebemos de
noche
bebemos y bebemos
cavamos una tumba entre los aires allí se yace cómodo
Vive un hombre en la casa que juega con serpientes
él escribe
escribe cuando cae la noche en Alemania tu cabello
dorado Margarete
lo escribe y luego sale de la casa y brillan las estrellas
le silba a su jauría
le silba a sus judíos pide que caven una tumba
en tierra
nos ordena tocar hasta bailar

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de día y mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con serpientes
él escribe
escribe cuando cae la noche en Alemania tu cabello
dorado Margarete
tu cabello cenizo Sulamit cavamos una tumba entre
los aires allí se yace cómodo

Él grita claven hondo los otros canten toquen
él empuña el acero del cinturón lo blande sus ojos
son azules
ustedes claven hondo con las palas los otros
continúen tocando hasta bailar

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de ocaso y de mañana te bebemos
de tarde
bebemos y bebemos
vive un hombre en la casa tu cabello dorado
Margarete
tu cabello cenizo Sulamit juega con las serpientes

Él grita toquen más melodiosa la muerte la muerte
es un maestro de Alemania
él grita toquen más oscuro los violines entonces
subirán al aire como el humo
entonces una tumba tendrán entre las nubes allí se
yace cómodo

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos ahora a mediodía la muerte es un maestro
de Alemania
te bebemos de tarde y por el día bebemos y bebemos
la muerte es un maestro de Alemania sus ojos son
azules
te alcanza con su proyectil de plomo te alcanza con
su buena puntería
vive un hombre en la casa tu cabello dorado
Margarete
le silba a su jauría nos concede una tumba sobre el aire
él juega con serpientes y sueña ya despierto la muerte
es un maestro de Alemania

tu cabello dorado Margarete
tu cabello cenizo Sulamit

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CIÉGATE PARA SIEMPRE

Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.

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HABÍA TIERRA EN ELLOS

Había tierra en ellos y
cavaban.

Cavaban y cavaban y pasaba así
el día y pasaba la noche. No alababan a Dios
que, según les dijeron, quería todo esto,
que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;
y no se hicieron sabios ni inventaron un canto
ni imaginaron un lenguaje nuevo.
Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta
y todos los océanos vinieron.
Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano
y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:
¿Adónde iba si hacia nada iba?
Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,
y en el dedo se nos despierta el anillo.

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